La caja de Pandora

Risuke Koshiba es un joven de 20 años que pasa sus días en una clínica recuperándose de la tuberculosis que padece. Mientras pasan los días, se dedica a observar a sus compañeros de habitación, a las enfermeras que se encargan de cuidar a los pacientes y, en definitiva, a todo lo que ocurre o deja de ocurrir en este pequeño espacio donde ahora vive. Todas las reflexiones que estos le merecen las comparte con un amigo a través de las cartas que le escribe. En estas, reflexiona sobre dos enfermeras que han provocado una gran impresión en él, la pequeña Ma y Take, sobre sus compañeros, los cuales son bastantes diferentes entre sí, y sobre sus ganas de convertirse en un “nuevo hombre”, ya que con la apertura de Japón al mundo, siente que no debe quedarse atrás.

Lo primero que me llamó la atención de “La caja de pandora” es que la obra está inspirada por la correspondencia que mantuvieron Shosuke Kimura y el propio autor, Osamu Dazai. Shosuke leyó una obra de Dazai y quedó tan impactado con ella, que decidió escribirle al autor, y esta sería la primera de muchas, ya que de esta carta surgiría una amistad y una larga correspondencia. Me parece especialmente atrayente el hecho en sí, la correspondencia entre un lector y el escritor al que admiraba. Os aconsejo que leáis el prólogo de la obra, escrito por J.M. Lacruz, pero hacerlo después de leer el libro, creo que si no podría restarle magia a la historia. Impacta más si lo hacéis al final.

Es bastante interesante el contexto de la época en la que se publicó esta obra, ya que Japón acababa de perder la Segunda Guerra Mundial, y esta derrota, sumada a la apertura impuesta de Japón al exterior, provocó un choque brutal en los japoneses. En este libro se habla del concepto del “nuevo hombre”, uno más actual y occidentalizado, que logre adaptarse pronto a los nuevos tiempos y que no deje que Japón se quede atrasado con respecto al resto del mundo. Creo que hay un choque bastante evidente entre las ganas de ser “moderno” del protagonista con sus creencias más ferreas sobre lo que está bien y lo que está mal. Los personajes femeninos y los derechos que como mujeres iban adquiriendo, son algunas cosas de las que el protagonista va reflexionando, aunque no siempre lo haga de una manera acertada.

Quizás la principal virtud de la obra es que dentro de su sencillez, y pese a que no es un libro que te vaya a cambiar la vida, tuvo que ser rompedor en aquella época, por las reflexiones que lleva a cabo sobre temas como la apertura a occidente, la mujer adquiriendo más derechos, el “Nuevo hombre”, el cristianismo o la propia guerra. Osamu Dazai es una de mis autores japoneses favoritos, porque rápidamente engancho mucho con su manera (pesimista) de ver al ser humano. “Indigno de ser humano” es uno de mis libros favoritos, y aunque “El declive” no llegó al mismo nivel, también me encantó.

Puede que por esto, esperará encontrar otra cosa diferente cuando empecé a leer “La caja de pandora”, ya que pese a tener un contexto y un origen muy dramático, es un libro bastante luminoso, al menos en cuanto a la intención. Y claro, yo engancho mucho más con esa parte oscura del autor, me siento muy comprendido por sus reflexiones. Así que, de entrada, debo admitir que me costó engancharme mucho a esta historia. Sin embargo, poco a poco fui cogiéndole el gusto y sabiendo ver todos esos matices que lo hicieron tan importante cuando se publicó, y empecé a encontrar lo que descubrí en las anteriores obras que leí del autor. Eso sí, pese a que siempre es un placer leer a este autor, se me ha quedado muy lejos en cuanto a nivel de las otras obras suyas que ya leí.

¿Os recomiendo "La caja de pandora"? Sí, pero quizás os recomendaría leerla cuando ya hayáis leído otras cosas del autor, para que sepáis un poco de donde viene este hombre y podáis disfrutar algo más de esos matices. Si no, creo que se os puede quedar corta. Dazai era único a la hora de reflexionar sobre la condición humana, y sobre los claros y los oscuros (más oscuros que claro, eso sí) del ser humano. Y pese a que vivió una vida completamente diferente, hace muchísimos años y en un lugar muy diferente al mío, siento que sus reflexiones sobre la sociedad, suelen estar bastante acertadas. Tenía algo especial este hombre. Ojalá consigamos tener su obra completa en español algún día.

Bella edición la que presenta Funambilista, de la que hasta ahora es la obra que más he disfrutado de Osamu Dazai.

En forma epistolar emula la correspondencia que mantuvo Shosuke Kimura, el protagonista de la historia (Risuke Koshiba) con el propio autor. En ellas describe a un amigo sus vivencias en la clínica donde se encuentra ingresado para recuperarse de la tuberculosis.

Lo que podría parecer una historia un tanto simple, en cuanto a que este sanatorio se encuentra casi aislado en la montaña, y hay muy poca interacción con un exterior, en el que los soldados de ocupación americanos se afianzan en el país. En realidad hay mucho y muy bello, tanto en lo que cuenta, como en el cómo lo cuenta.

Por un lado está siempre presente ese trasfondo de actualidad en el momento de la narración, la humillación de la derrota en la segunda guerra mundial. El tener que aprender un idioma, para coexistir con el ejercito que ocupará el país.

Por otro lado está lo cotidiano en la clínica, la tuberculosis una enfermedad con alta mortandad y ese caracter resistente y de trabajo incansable, tanto por parte de pacientes como de sus cuidadoras.

Quizás lo más bonito es esa interacción entre pacientes y cuidadoras a través de apodos que no evitaran una sonrisa por lo habitual y certeros en alguno de ellos Alondra (el apodo que le corresponde a nuestro protagonista) irá desgranando ese día a día. El ejercicio físico, las comidas, las friegas terapéuticas.

En un ambiente estricto por el carácter japonés, y al mismo tiempo distendido al estar cohabitando bajo un mismo techo poco a poco vamos conociendo las vidas y sobre todo el presente de sus compañeros de habitación, dónde no falta la cultura.

Dentro de esta caja de pandora donde habita la enfermedad, el desamor, el temor al desarraigo, la incertidumbre en un futuro poco alagüeño habita también la esperanza, el amor, el reconocimiento, la solidaridad. Este es el mensaje que transmite desde la primera página.

Había leído hace un tiempo "Indigno de ser humano", ahí el autor nos llevaba en una especie de autobiografía a lo más oscuro de su ser, el egoísmo, las adicciones, la destrucción de lo que lo rodeaba. Aquí esa oscuridad está presente, la enfermedad y no sólo eso, Risuke Koshiba se suicida a los 22 años. Pero hay mucha luz, muchas ganas de vivir, de descubrir de afrontar también lo que está por llegar, una obra que parece un contrapunto a la anterior.

Absolutamente recomendable por la belleza de lo que traza Osamu Dazai, gracias Funambulista, gracias #masacritica.

Segunda obra que leo de Osamu Dazai, me ha llenado y convencido mucho el autor nipón. La historia está narrada a modo de correspondencia entre Risuke Koshibaque, que es ingresado por tuberculosis en una clínica y su amigo Shosuke Kimura.

Japón ha perdido la guerra y las fuerzas de los soldados de ocupación americanos se afianzan en el país. Aunque la clínica permanece alejada, en las montañas, no es ajena a los cambios que se están produciendo.

Es curiosa la forma de presentar la ambientación, ya que no hay odio hacia el que viene a imponer, es más una transición en la que quieren aprender inglés, coexistir... pero todo ello desde el prisma de alguien que padece una enfermedad que probablemente vaya a ser mortal.

Con esos mimbres se destapa la belleza en esta obra, la forma de relacionarse entre pacientes y cuidadoras. Lo cotidiano, las horas de ejercicio, las comidas... el mismo carácter nipón, muy cerrado a las emociones, pero al mismo tiempo franco. Poco a poco nos permite adentrarnos en esas habitaciones compartidas por 4 personas y sus vidas, antes y después del ingreso.

La tuberculosis, es el catalizador que despierta de la letanía a los pacientes y los hace conscientes de la vulnerabilidad con la que viven ante la enfermedad.

Una obra luminosa la de Dazai, si bien siempre tiene esa parte oscura, bajo el yugo de la enfermedad, que ya presentaba en “Indigno de ser humano”. En esta obra lo cotidiano, lo nimio, lo sencillo se hace indispensable, me ha recordado a Italo Calvino. Un auténtico motor que hace que vivan con ilusión un día más.

Basada en la correspondencia que el autor mantuvo con el joven poeta Shosuke Kimura, “La caja de Pandora” es una imagen íntima de los sentimientos y pesares de la sociedad japonesa después de la humillación de la derrota en la II Guerra Mundial y durante la ocupación estadounidense.

El protagonista, el joven Koshiba, apodado Alondra, está en una clínica para tratar la tuberculosis y se escribe regularmente con un amigo escritor. El libro es la transcripción de dicha correspondencia de la que sólo leemos una parte, la escrita por Alondra. Aunque hay referencias al destinatario resultan muy ambiguas, casi despersonalizadas, dejando que el lector rellene esos huecos con su propia persona.

En las misivas, de aparente ingenuidad, se describe el día a día en el sanatorio, las charlas y carácter de los compañeros de habitación, la relación con sus cuidadoras que acaba tiñéndose de cortejo y seducción… pero en entre estos textos supuestamente inofensivos se esconde líneas donde te deja ver la sociedad japonesa del momento, que se mueve entre la derrota, el miedo, el avance al progreso y sobre todo, la esperanza.

De eso va este libro y también su título, “La caja de Pandora” que a pesar de todo su terrible contenido (Guerra, derrota, humillación, enfermedad, muerte) contenía también la pequeña pero inmortal semilla de la esperanza.

Alondra quiere “reencarnase” en el hombre nuevo para Japón. Un hombre con principios progresistas, un libre pensador pero siempre de acorde al férreo sistema de honor y educación de la sociedad japonesa.

La novela va de menos a más. Cuesta un par de capítulos (o cartas) entrar en esta forma de ser asiática y en esta época en particular, mediados de los 40. Pero poco a poco, en la lectura, empieza a coger ritmo y a encontrar este discurso que se mueve entre la melancolía y la necesidad urgente de avanzar. Es una lectura corta que consigue a pesar de eso dibujar unos personajes muy reales y matizados, cercano al lector capaz de empatizar con su deriva y cambio personal a través de las páginas.

El libro, que tuvo que ser “rehecho” ya que las galeradas originales desaparecieron justo antes de que fuera publicado debido a un bombardeo, puede que tuviera un nacimiento difícil y tuviera que ser “resucitado” pero actualmente, es un retrato honesto y entrañable de un momento muy duro en la historia de Japón. Imprescindible para los amantes y curiosos de esta sociedad tan particular y diferente a la occidental.