Quienes rehúyen la deshonra viven más que mueren; en cambio, quienes huyen no salvan ni la vida ni la fama.
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Quienes rehúyen la deshonra viven más que mueren; en cambio, quienes huyen no salvan ni la vida ni la fama.
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Igual que cuando un incendio en un gran bosque arde en la cumbre de la montaña y su resplandor se ve desde lejos, así relucieron sus armaduras hasta el firmamento del cielo mientras avanzaban.
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El rey Príamo fue el primero en verlo mientras escrutaba la llanura, tan radiante como la estrella que los hombres llaman el perro de Orión, y cuyos rayos brillan de noche en época de la cosecha con más fuerza que los de ningún otro astro.
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Hizo que el escudo tuviese cinco capas y su hábil mano lo decoró con muchas maravillas. Grabó en él la tierra, los cielos y el mar; la luna llena y el sol infatigable, con todos los signos que ensalzan el rostro del cielo: las Pléyades, las Híades, el gigantesco Orión y la osa, que los hombres llaman también el carro y que gira siempre en el mismo sitio, enfrente de Orión, y es la única que no se sumerge nunca en el río de Océano. |
Mi buen amigo, si cuando terminase esta batalla pudiésemos escapar a la vejez y a la muerte para siempre, no daría un paso adelante ni te animaría a hacerlo a ti, pero la muerte pende siempre de mil maneras sobre nosotros, y nadie puede escapar de ella; conque sigamos adelante y ganemos gloria para nosotros mismos o démosela a otros.
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Igual que cuando los dos vientos que soplan desde Tracia, el del norte y el del noroeste, se alzan de pronto y despiertan la furia del mar abierto y en un instante las negras olas levantan la cabeza y esparcen sus algas en todas direcciones, así de atribulado que estaba el corazón de los griegos.
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Gregorio Samsa es un ...