Salvat Editores, S.A.

Comenzaré diciendo que “La señora Dalloway” y “Una habitación propia” son dos de mis favoritos absolutos. Si este gusto coincide con el tuyo, es probable que esta novela se salga de eso. Elegí “Orlando” específicamente porque contiene muchos de mis ganchos favoritos de una gran novela: una narrativa histórica amplia, una hábil escritora de prosa, humor y un toque fantástico. Sin embargo, pasé de un interés moderado, a una especie de ambivalencia con respecto a la dirección que estaba tomando el libro, a un aburrimiento total y finalmente a hojear las últimas páginas sin mucho interés.



“Orlando” es más una parodia de biografía, o una meditación sobre los roles de género y la sustancia de la vida. Sus reflexiones sobre el género son a menudo las mejores partes, pero aparte del personaje principal y uno de sus complementos (un destacado crítico literario), la historia tiene poco desarrollo del personaje, y el arco más amplio de la historia es demasiado fácil de perder. Orlando deambula a lo largo de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX y apenas aprende nada. Nunca se explica nada y no hay tensión o trama, que no necesariamente necesito en una novela, pero necesito algo. Los elementos fantásticos nunca se contextualizan ni se explican. El humor es excelente pero raro, y aunque Virginia Woolf es una gran escritora, no es del tipo que resuena tan agudamente conmigo que puedo leer todo lo que escribe y simplemente quedar extasiado por el nivel de prosa.



En definitiva, me decepcionó mucho, teniendo una premisa tan prometedora pero que desperdicia casi todo, incluso cuando se plantean temas tan interesantes.