El fantasma de la ópera de Gaston Leroux
Aquél que no haya aprendido a ocultar su tristeza bajo una máscara de alegría y a simular algo de tristeza, aburrimiento o indiferencia ante su íntima alegría, no será nunca un parisino.
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El fantasma de la ópera de Gaston Leroux
Aquél que no haya aprendido a ocultar su tristeza bajo una máscara de alegría y a simular algo de tristeza, aburrimiento o indiferencia ante su íntima alegría, no será nunca un parisino.
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El fantasma de la ópera de Gaston Leroux
Nunca será parisiense quien no haya aprendido a poner una máscara de alegría sobre sus dolores y el "antifaz" de la tristeza, del hastío y de la indiferencia sobre su íntima alegría. Si sabéis que uno de vuestros amigos está sufriendo, no tratéis de consolarle; os dirá que ya se ha consolado; pero si le sucede algún acontecimiento feliz, guardaos de felicitarle por ello; su buena fortuna la parece tan natural que le sorprenderá que le hablen de ella.
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El misterio del cuarto amarillo de Gaston Leroux
¡El «cuarto amarillo»! ¿Quién se acordaba ya de este caso que hizo correr ríos de tinta hace unos quince años? Tendemos a olvidar tan de prisa en París... [...] Cada cual buscó la solución a aquel problema sobrecogedor. [...] Lo que nadie había sido capaz de alcarar lo desveló el joven Joseph Rouletabille, de dieciocho años [...]. |
La muñeca sangrienta de Gaston Leroux
La mentira reside menos en las cosas que nos cuentan y que no comprendemos que en nuestros conocimientos. Las tinieblas nos envuelven tan implacablemente que aun a tientas tropezamos a cada paso.
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El fantasma de la ópera de Gaston Leroux
El fantasma de la Ópera existió. No fue, como se creyó durante mucho tiempo, una inspiración de artistas, una superstición de directores de escena, la grotesca creación de los cerebros excitados de aquellas damiselas del cuerpo de baile, de sus madres, de las acomodadoras, de los encargados del vestuario y de la portería.
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El fantasma de la ópera de Gaston Leroux
Aquel que no haya aprendido a ocultar su tristeza bajo una máscara de alegría y a simular algo de tristeza, aburrimiento o indiferencia ante su íntima alegría, no será nunca un parisino.
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El fantasma de la ópera de Gaston Leroux
Yo mismo me hacía difícilmente a la idea de que iba a luchar con un hombre que sólo es visible cuando lo desea y que además ve todo a su alrededor cuando todo sigue oscuro... Con un hombre cuya rara ciencia, sutilidad, imaginación y destreza le permiten disponer de todas las fuerzas naturales para crear en nuestros ojos u oídos la ilusión que nos pierde
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La muñeca sangrienta de Gaston Leroux
El mundo está lleno de pequeños vampiros. En él casi no hay sino parejas que se devoran. ¡Es preciso que unos se coman a otros! A veces es el varón, a veces es la hembra. ¡El egoísmo más fuerte reduce poco a poco a cero al ser que vive a su sombra! Para eso no es necesario abrir venas y chupar sangre... Así ocurre en casi todos los matrimonios.
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El fantasma de la ópera de Gaston Leroux
Hay una virtud en la música que hace que no exista nada en el mundo exterior fuera de esos sonidos que invaden el corazón.
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El fantasma de la ópera de Gaston Leroux
El fantasma de la Ópera existió. No fue, como se creyó durante mucho tiempo, una inspiración de artistas, una superstición de directores de escena, la grotesca creación de los cerebros excitados de aquellas damiselas del cuerpo de baile, de sus madres, de las acomodadoras, de los encargados del vestuario y de la portería.
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¿Qué objetousaron como traslador en el Mundial de Quidditch?