El fantasma de la ópera de Gaston Leroux
Nunca será parisiense quien no haya aprendido a poner una máscara de alegría sobre sus dolores y el "antifaz" de la tristeza, del hastío y de la indiferencia sobre su íntima alegría. Si sabéis que uno de vuestros amigos está sufriendo, no tratéis de consolarle; os dirá que ya se ha consolado; pero si le sucede algún acontecimiento feliz, guardaos de felicitarle por ello; su buena fortuna la parece tan natural que le sorprenderá que le hablen de ella.
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