Eneida de Publio Virgilio Marón
…responde Turno: No me aterran, feroz enemigo tus arrogantes palabras; me aterran los dioses, me aterra el enemigo Júpiter.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
…responde Turno: No me aterran, feroz enemigo tus arrogantes palabras; me aterran los dioses, me aterra el enemigo Júpiter.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
[La numen Iuturna se pregunta] ¿Por qué me concedió eterna vida? ¿Por qué me exceptuó de la condición de morir? Ahora podría poner seguro término a tantos dolores y acompañar en la mansión de las sombras a mi mísero hermano.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
[Las Furias] asisten junto al solio de Júpiter, en los umbrales de su formidable morada, y aguijan el miedo en los míseros mortales, ya cuando el rey de los dioses previene horrible mortandad y enfermedades, o espanta con la guerra a las ciudades culpables.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
En tanto el Rey del omnipotente Olimpo habla en estos términos a Juno, que estaba contemplando la batalla desde una rutilante nube: ¿Cuál será, esposa mía, el término de esta guerra? ¿Qué resta aún por fin? Bien sabes, y tú misma lo confiesas, que Eneas ha de subir al Olimpo, y que los hados le reservan un asiento encima de las estrellas. ¿Qué tramas, pues? ¿Qué esperanza te tiene fija en esta fría región de las nubes? […] Desiste ya de tu empeño, en fin, y déjate vencer de mis ruegos; no te entregues por más tiempo a esa callada pena que te devora […] te prohíbo nuevos intentos.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
Teneos, ¡Oh Rútulos! y vosotros ¡Oh Latinos deponed las armas; sea cual fuere la fortuna que nos aguarda, esa fortuna es la mía; justo es que yo solo pague por vosotros la pena del quebrantado pacto y que lidie yo solo.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
…un frío de muerte desata los miembros de Turno, e indignado su espíritu, huye, lanzando un gemido, a la región de las sombras.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
…como de noche, entre sueños, cuando un lánguido letargo abruma nuestros ojos, se nos figura que pugnamos en vano por correr afanosos, y en medio de nuestros conatos sucumbimos con doliente angustia, y ni acertamos a hacer uso de la lengua, ni sostienen el cuerpo las acostumbradas fuerzas, ni podemos gritar ni hablar…
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Eneida de Publio Virgilio Marón
No me aterran, feroz enemigo tus arrogantes palabras; me aterran los dioses, me aterra el enemigo Júpiter.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
¿Por qué me concedió eterna vida? ¿Por qué me exceptuó de la condición de morir? Ahora podría poner seguro término a tantos dolores y acompañar en la mansión de las sombras a mi mísero hermano.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
…te concedo lo que deseas, y vencido y de grado me rindo a tu voluntad: los Ausonios conservarán su lengua y las costumbres de sus padres! Conservarán también el nombre que llevan; los Teucros no harán más que embeberse en ese gran cuerpo de nación; añadiré a su religión algunos de los antiguos ritos troyanos, y formaré de todos ellos un solo pueblo, que se denominará Latino.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
Cedo, pues, en fin, y abandono esa guerra, que ya aborrezco. Una sola cosa, y que no está subordinada a ley alguna del hado, te suplico por el Lacio, por la majestad de los tuyos […] no exijas que truequen su antiguo nombre los Latinos, hijos de este suelo, ni se tornen Troyanos, ni se llamen Teucros, ni tampoco que muden lengua ni traje. Subsista el Lacio; subsistan siglos y siglos los reyes albanos; sea poderoso el linaje romano por el valor de los Italos. Troya pereció: permite que con ella perezca su nombre.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
En tanto el Rey del omnipotente Olimpo habla en estos términos a Juno, que estaba contemplando la batalla desde una rutilante nube: "¿Cuál será, esposa mía, el término de esta guerra? ¿Qué resta aún por fin? Bien sabes, y tú misma lo confiesas, que Eneas ha de subir al Olimpo, y que los hados le reservan un asiento encima de las estrellas. ¿Qué tramas, pues? ¿Qué esperanza te tiene fija en esta fría región de las nubes? […] Desiste ya de tu empeño, en fin, y déjate vencer de mis ruegos; no te entregues por más tiempo a esa callada pena que te devora […] te prohíbo nuevos intentos.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
Júpiter, en tanto, mantiene la balanza en el fiel y pone en ella los hados de los dos combatientes, para ver a cuál condena el resultado de aquella lid, de qué lado se inclina el peso de la muerte.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
Cual negra golondrina que revolotea alrededor de la gran casa de un rico, recorriendo en su vuelo los altos atrios en busca de menudo pasto para su gárrulo nido, y ora resuena el batir de sus alas en los desiertos pórticos, ora en torno de los húmedos estanques…
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Eneida de Publio Virgilio Marón
…Iapis, hijo de Iaso, predilecto de Febo, a quien en otro tiempo el dios, llevado de un vehemente amor, dio ufano sus artes y todos sus dones, los agüeros, la cítara y las veloces saetas; él, por prolongar la vida de su desahuciado padre, prefirió conocer las virtudes de las yerbas y los usos de la medicina, y ejercer este arte calladamente y sin gloria […] Venus, condolida del inmerecido penar de su hijo, va a coger en el cretense Ida las vellosas hojas y la purpúrea flor del díctamo, bien conocido de las cabras monteses, heridas por veloz saeta. Trájolas Venus, envuelta en obscura niebla, las deslíe con agua en una fúlgida copa, les infunde ocultas virtudes y rocía el remedio con el saludable zumo de la ambrosía y con la fragante panacea; lava el anciano Iapis con él la llaga, sin conocer las virtudes, y de pronto huye del cuerpo todo el dolor; restáñase la sangre en el fondo de la herida, y siguiendo de suyo a la mano sin esfuerzo alguno, despréndese la saeta y Eneas recobra el usado vigor.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
…una vez perdida la patria, tendremos que obedecer a unos soberbios dominadores, en premio de estarnos ahora tendidos y ociosos en nuestros campos.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
…no mandaré a los Italos que obedezcan a los Teucros, ni reinaré sobre ellos; regidas por las mismas leyes ambas invictas naciones, se unirán con eterna alianza. Yo daré a Italia nuestro culto y nuestros dioses; mi suegro Latino conservará sus armas, conservará su solemne imperio, y los Teucros me edificarán una ciudad, a la cual dará Lavinia su nombre.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
Apenas la aurora del siguiente día doró con su resplandor las cimas de los más altos montes, a la hora en que los caballos del sol asoman levantándose del profundo abismo del mar…
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Eneida de Publio Virgilio Marón
Alguna vez no tendrá al lado Eneas a la diosa su madre para que con una nube le cubra en su medrosa fuga como a una mujer, escondiéndose ella también en vanas sombras.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
…y deslizándose por las auras la leve ninfa con sonoro vuelo, bajó del cielo, circundada de un negro turbión.
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Gregorio Samsa es un ...