Eneida de Publio Virgilio Marón
Si no puedo persuadir a los dioses del cielo, moveré a los de los infiernos.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
Si no puedo persuadir a los dioses del cielo, moveré a los de los infiernos.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
…cebad vuestros odios en su hijo y en todo su futuro linaje; ofreced ese tributo a mis cenizas. Nunca haya amistad, nunca alianza entre los dos pueblos. Álzate de mis huesos, ¡oh vengador, destinado a perseguir con el fuego y el hierro a los advenedizos hijos de Dárdano! ¡Yo te ruego que ahora y siempre, y en cualquier ocasión en que haya fuerza bastante, lidien ambas naciones, playas contra playas, olas contra olas, armas contra armas, y que lidien también hasta sus últimos descendientes!
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Eneida de Publio Virgilio Marón
Hay un lugar, término del país de los Etíopes, cerca de los confines del océano y del sol en so ocaso, donde el inmenso Atlante hace girar sobre sus hombros el eje del cielo, tachonado de ardientes estrellas.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
¿Acaso le ha conmovido mi llanto? ¿Ha vuelto los ojos hacia mí? ¿Ha llorado, vencido de mis lágrimas, o se ha compadecido de su amante? […] ¡Ah! ¡las Furias me queman, me arrebatan! […] Vete, no te detengo […] Yo espero, si algo pueden los piadosos númenes, que encontrarás el castigo en medio de los escollos y que muchas veces invocarás el nombre de Dido. Ausente yo, te seguiré con negros fuegos, y cuando la fría muerte haya desprendido el alma de mis miembros, sombra terrible, me verás siempre a tu lado. Expiarás tu crimen, traidor; yo lo oiré y la fama de tu suplicio llegará hasta mí en la profunda mansión de los manes. |
Eneida de Publio Virgilio Marón
Enmudeció Eneas, consternado ante aquella aparición, y se erizaron de horror sus cabellos, y la voz se le pegó a la garganta. Atónito con tan grave aviso y con el expreso mandato de los dioses, arde ya en deseos de huir y abandonar aquel dulce y amado suelo; mas ¡ah! ¿Cómo hacerlo? ¿Con qué razones osará ahora tantear la voluntad de la apasionada Reina? ¿Por dónde empezar a prepararla?
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Eneida de Publio Virgilio Marón
…la Fama, la más veloz de todas las plagas, que vive con la movilidad y corriendo se fortalece; pequeña y medrosa al principio, pronto se remonta a los aires y con los pies en el suelo, esconde su cabeza entre las nubes. Cuéntase que irritada de la ira de los dioses, su madre la Tierra, la concibió, última hermana de Ceo y Encélado, rápida por sus pies y sus infatigables alas; monstruo horrendo, enorme, cubierto el cuerpo de plumas, y que debajo de ellas tiene otros tantos ojos; siempre vigilantes, ¡oh maravilla! y otras tantas lenguas y otras tantas parleras bocas y aguza otras tantas orejas. De noche tiende su estridente vuelo por la sombra entre el cielo y la tierra, sin que cierre nunca sus ojos el dulce sueño; de día se instala cual centinela en la cima de un tejado o en una alta torre, y llena de espanto las grandes ciudades, mensajera tan tenaz de lo falso y de lo malo, como de lo verdadero.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
…aquellos dos continentes, que en otro tiempo formaban uno solo; se separaron violentamente en un espantoso rompimiento, a impulso de las aguas del mar, que dividió a la Hesperia de la costa siciliana: ¡Tan poderosa es para producir mudanzas la larga sucesión de los siglos! y abriéndose un estrecho canal entre ellas, baña a la par los campos y las ciudades de ambas riberas.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
Esquivamos los arrecifes de Ítaca, reino de Laertes, maldiciendo aquel suelo, que produjo al cruel Ulises.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
¿Por qué te entregas a ese insensato dolor, dulce esposo mío? Dispuesto estaba por la voluntad de los dioses lo que hoy nos sucede; ellos no quieren que te lleves de Troya a Creusa por compañera; no lo consiente el Soberano del supremo Olimpo. […] Adiós, pues, y guarda en tu corazón el amor de nuestro hijo. […] y se desvaneció en el aura leve.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
…retrocedió espantado, semejante al que de improviso pisa una culebra escondida entre ásperos abrojos, y de repente retira el pie tembloroso, viendo al reptil alzarse lleno de ira, hinchado el cerúleo cuello…
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Eneida de Publio Virgilio Marón
Troya te confía sus númenes y penates, toma contigo esos compañeros de sus futuros hados, y busca para ellos nuevas murallas, que fundarás, grandes por fin, después de andar errante mucho tiempo por los mares...
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Eneida de Publio Virgilio Marón
En este bosque fue donde por primera vez se le ofreció un objeto que mitigó sus temores; allí fue donde por primera vez se atrevió Eneas a esperar alivio a sus males y a confiar en mejor suerte...
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Eneida de Publio Virgilio Marón
…voy a descubrirte, tomándolos desde muy atrás, los arcanos del porvenir. Tu Eneas sostendrá en Italia grandes guerras, y domará pueblos feroces, y les dará leyes y murallas…
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Eneida de Publio Virgilio Marón
…allí el rey Eolo en su espaciosa cueva rige los revoltosos vientos y las sonoras tempestades, y los subyuga con cárcel y cadenas; ellos, indignados, braman, con gran murmullo del monte, alrededor de su prisión. Sentado está Eolo en su excelso alcázar, empuñado el cetro, amasando sus bríos y templando sus iras, porque si tal no hiciese, arrebatarían rápidos consigo mares y tierras y el alto firmamento, y los barrerían por los espacios; de lo cual, temeroso el Padre omnipotente, los encerró en negras cavernas, y les puso encima la mole de altos montes, y les dio un rey que, obediente a sus mandatos, supiese con recta mano tirarles y aflojarles las riendas.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
La única salvación para los vencidos es no esperar salvación alguna.
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La eneida de Publio Virgilio Marón
Forman las primeras filas Asio, hijo de Imbraso, Timetes, hijo de Hicetaón, los dos Asaracos y el anciano Timbris con Cástor, acompañados de los dos hermanos Sarpedón, Claro y Temón, venidos de la noble Licia.
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Eneida de Publio Virgilio Marón
Si no puedo persuadir a los dioses del cielo, moveré a los de los infiernos.
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La eneida de Publio Virgilio Marón
...séame dado ir a la presencia de mi amado padre; enséñame el camino y ábreme las puertas sagradas. Yo le arrebaté en estos hombros, por entre las llamas y los dardos disparados contra mí, y le saqué de en medio de los enemigos; él me acompañaba en mis viajes; conmigo sobrellevaba, inválido, los trabajos de las travesías y los rigores todos del mar y del cielo, a despecho de los años...
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La eneida de Publio Virgilio Marón
Luego me reciben el puerto de Drepani y su triste playa; allí, trabajado por tantas tempestades, perdí, ¡Ay! a mi padre Anquises, consuelo único de mis trabajos; allí me dejaste abandonado a mis fatigas, ¡Oh el mejor de los padres, libertado, ¡Ay! en vano de tantos peligros! Ni el adivino Eleno, cuando me anunciaba tantos horrores, ni la cruel Celeno, me vaticinaron aquella dolorosa pérdida. Tal fue mi última desventura, tal fue el término de mis largas peregrinaciones, a mi salida de allí, fue cuando un dios me trajo a vuestras playas.
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