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Poesía completa - Tomo I de Pablo Neruda
Mi corazón sombrío te busca, sin embargo, y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada. |
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Poesía completa - Tomo I de Pablo Neruda
Mi corazón sombrío te busca, sin embargo, y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada. |
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Pablo Neruda
Tenía los ojos tristes como dos cuerpos cansados... Cuánta tristeza tenías escondida entre las manos! Llegué. Llegaste. Mi vida fue más buena desde aquel día en que tú conociste que yo era triste también... |
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Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda
Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. |
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La Barcarola de Pablo Neruda
Si solamente me tocaras el corazón, si solamente pusieras tu boca en mi corazón, tu fina boca, tus dientes, si pusieras tu lengua como una flecha roja allí donde mi corazón polvoriento golpea, si soplaras en mi corazón, cerca del mar, llorando, sonaría con un ruido oscuro, con sonido de ruedas de tren con sueño, como aguas vacilantes, como el otoño en hojas, como sangre, con un ruido de llamas húmedas quemando el cielo, sonando como sueños o ramas o lluvias, o bocinas de puerto triste; si tú soplaras en mi corazón, cerca del mar, como un fantasma blanco, al borde de la espuma, en mitad del viento, como un fantasma desencadenado, a la orilla del mar, llorando. Como ausencia extendida, como campana súbita, el mar reparte el sonido del corazón, lloviendo, atardeciendo, en una costa sola, la noche cae sin duda, y su lúgubre azul de estandarte en naufragio se puebla de planetas de plata enronquecida. Y suena el corazón como un caracol agrio, llama, oh mar, oh lamento, oh derretido espanto esparcido en desgracias y olas desvencijadas: de lo sonoro el mar acusa sus sombras recostadas, sus amapolas verdes. Si existieras de pronto, en una costa lúgubre, rodeada por el día muerto, frente a una nueva noche, llena de olas, y soplaras en mi corazón de miedo frío, soplaras en la sangre sola de mi corazón, soplaras en su movimiento de paloma con llamas, sonarían sus negras sílabas de sangre, crecerían sus incesantes aguas rojas, y sonaría, sonaría a sombras, sonaría como la muerte, llamaría como un tubo lleno de viento o llanto o una botella echando espanto a borbotones. Así es, y los relámpagos cubrirían tus trenzas y la lluvia entraría por tus ojos abiertos a preparar el llanto que sordamente encierras, y las alas negras del mar girarían en torno de ti, con grandes garras, y graznidos, y vuelos. ¿Quieres ser fantasma que sople, solitario, cerca del mar su estéril, triste instrumento? Si solamente llamaras, su prolongado són, su maléfico pito, su orden de olas heridas, alguien vendría acaso, alguien vendría, desde las cimas de las islas, desde el fondo rojo del mar, alguien vendría, alguien vendría. Alguien vendría, sopla con furia, que suene como sirena de barco roto, como lamento, como un relincho en medio de la espuma y la sangre, como un agua feroz mordiéndose y sonando. En la estación marina su caracol de sombra circula como un grito, los pájaros del mar lo desestiman y huyen, sus listas de sonido, sus lúgubres barrotes se levantan a orillas del océano solo. + Leer más |
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Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda
En tus ojos de luto comienza el país del sueño.
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Arte de Pájaros de Pablo Neruda
EL CÓNDOR En su ataúd de hierro vive entre las piedras, entre las piedras. Nutriéndose de herraduras, entre las piedras, entre las piedras. En los montes el cierzo aúlla, el cierzo aúlla y sale el cóndor de su caja, entre las piedras, entre las piedras. Extiende el místico plumaje, entre las piedras, corre hasta que puede volar, galopa la cóncava altura con sus alas, con sus alas Y picotea el zing del cielo acechando, acechando. El punto inmóvil, el latido del corazón, del corazón que se prepara a morir entre las piedras. Vuela bajando el ciclón negro y cae como un puño cruel: la muerte espera allá abajo. Arriba, cordilleras. Sube de nuevo a su morada entre las piedras. Cierra las alas imperiosas entre las piedras, y otra vez el cóndor duerme en su ataúd, el cóndor duerme en su ataúd. |
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Arte de Pájaros de Pablo Neruda
EL PICAFLOR El colibrí de siete luces, el picaflor de siete flores, busca un dedal donde vivir: son desgraciados sus amores, sin una casa donde ir lejos del mundo y de las flores. Es ilegal su amor, señor, vuelva otro día y a otra hora: debe casarse el picaflor para vivir con picaflora: yo no le alquilo este dedal para este tráfico ilegal. El picaflor se fue por fin con sus amores al jardín y allí llegó un gato feroz a devorarlos a los dos: el picaflor de siete flores la picaflora de colores: se los comió un gato infernal pero su muerte fue legal. |
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Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda
Para que tú me oigas mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas en las playas. |
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Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda
Para mi corazón basta tu pecho, para tu libertad bastan mis alas. Desde mi boca llegará hasta el cielo lo que estaba dormido sobre tu alma. Es en ti la ilusión de cada día. Llegas como el rocío a las corolas. Socavas el horizonte con tu ausencia. Eternamente en fuga como la ola. He dicho que cantabas en el viento como los pinos y como los mástiles. Como ellos eres alta y taciturna. Y entristeces de pronto, como un viaje. Acogedora como un viejo camino. Te pueblan ecos y voces nostálgicas. Yo desperté y a veces emigran y huyen pájaros que dormían en tu alma. |
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Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda
Pensando, enredando sombras en la profunda soledad. Tú también estás lejos, ah más lejos que nadie. Pensando, soltando pájaros, desvaneciendo imágenes, enterrando lámparas. Campanario de brumas, qué lejos, allá arriba! Ahogando lamentos, moliendo esperanzas sombrías, molinero taciturno, se te viene de bruces la noche, lejos de la ciudad. Tu presencia es ajena, extraña a mí como una cosa. Pienso, camino largamente, mi vida antes de ti. Mi vida antes de nadie, mi áspera vida. El grito frente al mar, entre las piedras, corriendo libre, loco, en el vaho del mar. La furia triste, el grito, la soledad del mar. Desbocado, violento, estirado hacia el cielo. Tú, mujer, qué eras allí, qué raya, qué varilla de ese abanico inmenso? Estabas lejos como ahora. Incendio en el bosque! Arde en cruces azules. Arde, arde, llamea, chispea en árboles de luz. Se derrumba, crepita. Incendio. Incendio. Y mi alma baila herida de virutas de fuego. Quien llama? Qué silencio poblado de ecos? Hora de la nostalgia, hora de la alegría, hora de la soledad, hora mía entre todas! Bocina en que el viento pasa cantando. Tanta pasión de llanto anudada a mi cuerpo. Sacudida de todas las raíces, asalto de todas las olas! Rodaba, alegre, triste, interminable, mi alma. Pensando, enterrando lámparas en la profunda soledad. Quién eres tú, quién eres? + Leer más |
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Cartas de amor de Pablo Neruda
Matilde, Supondrás lo que sentí con tu carta. Un sentimiento grande contra ti me ha impedido escribirte hasta ahora. También comprende que no es justo. Bien, qué vamos a hacerle! No podrías venir a París? Nosotros regresaremos allí antes de un mes. Yo [ilegible] ayudar en cuanto pudiera. Sabes que he ganado un premio de varios millones [se refiere al premio Internacional de la Paz, que recibió con Picasso el 22 de noviembre de 1951]. Pero no puedo mandarte para tu pasaje, por razones que tú comprenderás. Estuve en la India por diez días. Tu carta la recibí el mismo día en que partí. Me sirvió la India para olvidarla. Luego hemos estado en Varsovia, Praga y Viena... Desde ahora no me escribas más personalmente. Si te fuera muy necesario el dinero para venir y lo hubieras decidido, puedes escribir a Miguel Otero Silva [escritor venezolano, uno de los grandes amigos de Neruda], "El Nacional", Caracas, diciéndole que le recuerdas la cordial promesa que hiciste a me hizo y que puede enviártelo. Claro que no se trata de lo mismo pero yo me arreglaría con él. Tu decidirás. Si vienes cuenta conmigo para que se me quite la rabia. En verdad te necesito. Ahora no me escribas mas privadamente. Contestame en forma general sobre tu vida y proyectos, y así me dices tu decisión para que se sepa y tome yo con Delia las medidas necesarias. Hasta luego Pablo + Leer más |
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Pablo Neruda
Tengo herida el alma de andar en la noche, las horas amargas me van cercenando la vida interior. |
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Pablo Neruda
Ahora que he sufrido te doy las gracias. Yo al que me da emociones como se dan perfumes le dejo en mis recuerdos algo de corazón... |
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Pablo Neruda
Y así sabrás que mis dolores mudos más grandes y más tristes y más hondos resistirán en el supremo orgullo de saber que sabiéndome desnudo ofreciéndote todo lo que escondo se fundirán mis huecos con los tuyos. |
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Pablo Neruda
Aquel cuento decía... Pero por qué te busco, por qué te busco tanto! He cruzado los yermos, he mojado con llanto mi difunta alegría, y por qué amada mía, por qué te busco tanto? He atravesado llantos, montes y trigaladas por buscar el tesoro de tus manos de seda y tus trenzas de oro... (Yo conocí tus trenzas y tus manos un día porque el cuento decía...) |
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Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda
Para mi corazón basta tu pecho, para tu libertad bastan mis alas. Desde mi boca llegará hasta el cielo lo que estaba dormido sobre tu alma. |
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Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda
Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo. Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar. Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no se atreve a cambiar el color de su vestimenta o bien no conversa con quien no conoce. Muere lentamente quien evita una pasión y su remolino de emociones, justamente éstas que regresan el brillo a los ojos y restauran los corazones destrozados. Muere lentamente quien no gira el volante cuando está infeliz con su trabajo, o su amor, quien no arriesga lo cierto ni lo incierto para ir atrás de un sueño, quien no se permite, ni siquiera una vez en su vida, huir de los consejos sensatos. ¡Vive hoy! ¡Arriesga hoy! ¡Hazlo hoy! ¡Hazlo ya! No te dejes morir lentamente. Disfruta de la vida a tu velocidad. No te impidas ser feliz. ¡Haz tuya la felicidad! + Leer más |
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Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda
Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. |
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¿Dónde es protagonista Marc Darcy?