El juego de la inocencia de Marisa Sicilia
"Fue un instante único. Si Louis hubiese conservado la fe, habría dado gracias al creador por proporcionarle tal cantidad de gozo, y lo cierto es que en aquel momento se sentía tentado a creer. No solo en Dios, también en que él, Louis de Argenteuil, era un hombre justo y bueno, y ella, Hélene Villiers, el más bello ángel bajado del cielo. Ese tipo de absurdos razonamientos que solo tienen cabida en nuestros pensamientos cuando se es ridículamente feliz." |