POR FIN EN MARSHINGTON ABBEY de
Kristi Ann Hunter
La vida era extraña. Como sirviente, podía llamar a su puerta, quedarse a solas con ella en una estancia o incluso acompañarla en alguna salida, pero no podía hablar de igual a igual. El inesperado regalo de las cartas le ofrecía una oportunidad para hacerlo.
Seguramente fuera una bajeza por su parte jugar con ella. Desde luego que no era propio de un caballero.
Sonrió mientras el sueño empezaba a hacer mella en él.
Tal vez no fuera de buena educación, pero sí que era divertido.