POR FIN EN MARSHINGTON ABBEY de Kristi Ann Hunter
(…) La atracción que sentía por él le parecía tan inapropiada en tantos sentidos que no se veía capaz de enumerarlos todos.
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POR FIN EN MARSHINGTON ABBEY de Kristi Ann Hunter
(…) La atracción que sentía por él le parecía tan inapropiada en tantos sentidos que no se veía capaz de enumerarlos todos.
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POR FIN EN MARSHINGTON ABBEY de Kristi Ann Hunter
Una disculpa implica arrepentirse de algo que se ha hecho. Si me disculpo, significa que, de haber podido hubiera hecho las cosas de otra manera. Sin embargo, no cambiaría ni un ápice de mi relación contigo
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Misterio en Haven Manor de Kristi Ann Hunter
¿De verdad creían todas las personas que estaban en aquel salón de baile a su espalda que esas lujosas vestimentas y ostentosas vueltas alrededor de la pista les protegerían de las cosas desagradables de la vida? No, solo las ocultaban. |
LA DAMA DE RIVERTON de Kristi Ann Hunter
»Pones mi mundo patas arriba. Te he dicho cosas que nunca tenía intención de compartir con nadie. Por ti he cambiado los planes que tenía. He bailado contigo. —Sonrió—. O al menos lo he intentado.
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LA DAMA DE RIVERTON de Kristi Ann Hunter
(…) Puede que el amor fuera una apuesta con la que pudiera conseguir todo lo que deseaba para ella y su familia, pero tal y como podía atestiguar la mujer que dormía en la habitación contigua, también era una apuesta en la que se podía perder muy fácilmente.
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LA DAMA DE HAWTHORNE de Kristi Ann Hunter
(…) No era reacia al amor, sabía que existía, pero no iba a permitir que una emoción que embotaba tanto la razón le nublara el juicio. Colin McCrae no era más que una cara bonita y un conversador perspicaz. En otras circunstancias, tal vez consideraría el beneficio de aquellas cualidades. Pero las circunstancias eran las que eran y lo convertían en un mero incordio. Y en una distracción. Debería estar pensando en lord Ashcombe, no admirando lo bien que le quedaba aquel abrigo al señor McCrae. |
LA DAMA DE HAWTHORNE de Kristi Ann Hunter
—¿Cree en el amor? Ella soltó un resoplido. —En absoluto. —Entonces no tengo nada que opinar en lo que a usted concierne. Pero detestaría ver cómo pisotea el corazón de su hermana ya que ella sí que parece ser de las que buscan el amor. |
LA DAMA DE HAWTHORNE de Kristi Ann Hunter
(…) Qué hombre más odioso. ¿Por qué siempre tenía la sensación de que se estaba riendo de ella? Como si conociera algún tipo de broma secreta de la que ella fuera la protagonista.
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Misterio en Haven Manor de Kristi Ann Hunter
—Con los años, me he dado cuenta de algo curioso —dijo por fin—. Los fantasmas que más te persiguen son los que te niegas a reconocer. Y pasado que intentas enterrar es el que más capacidad tiene de hacerte daño.
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POR FIN EN MARSHINGTON ABBEY de Kristi Ann Hunter
Tal vez no fuera de buena educación, pero sí que era divertido.
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POR FIN EN MARSHINGTON ABBEY de Kristi Ann Hunter
El peligro y la acción... forman parte de ti. Son parte de lo que me atrajo de ti. No me lo arrebates
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LA DAMA DE RIVERTON de Kristi Ann Hunter
(…) debe de ser usted un ángel. —¿Soy un ángel? —Sí. Un ángel que ha venido a ponerme a prueba. Mi propia y tormentosa tentación. |
LA DAMA DE RIVERTON de Kristi Ann Hunter
Griffith soltó un suspiro. —Pero yo no quiero cortejar a la señorita Breckenridge. —Sí quieres —declararon cuatro voces al unísono. —Descartar a parte de esa multitud debería darte el tiempo suficiente para que llegues a esa conclusión por ti mismo. —Georgina usó un dedo para remover las galletas que quedaban en un plato pequeño antes de escoger una de jengibre. —Harías bien en intentarlo —dijo Miranda, tomando una de las galletas que Georgina le había pasado—. A menos que decidas que lo que realmente quieres es un matrimonio sin amor. Porque a la señorita St. Claire no le interesas en absoluto. |
LA DAMA DE RIVERTON de Kristi Ann Hunter
(…) Estaba claro que su excelencia estaba intentando aprovechar al máximo cada momento que podía tener con Frederica. Eso estaba bien. Le gustaba que alguien en Londres mirara más allá de la desafortunada nariz de su prima y viera lo maravillosa que era. Alguien que de verdad estuviera dispuesto a hacer algo al respecto. Cualquier envidia que estuviera sintiendo podía considerarse la penitencia que le tocaba cumplir por sumirse en una vida de engaño. La agonía de encontrar algo que podía aprender a querer, pero que nunca podría obtener, no era más que lo que se merecía. |
LA DAMA DE RIVERTON de Kristi Ann Hunter
—Señorita Breckenridge, permítame decirle lo resplandecientes que son sus dientes. Si fuera un caballo, pujaría por usted hasta conseguirla. Isabella parpadeó, esforzándose por mantener la sonrisa a pesar de que empezaban a dolerle las mejillas. Sabía que en esa extraña declaración se escondía un cumplido, pero no tenía muy claro si quería saber cuál era. Lo único que podía hacer era dar las gracias por no ser un caballo y que la condujeran al salón de subastas para terminar siendo propiedad del mejor postor. |
LA DAMA DE RIVERTON de Kristi Ann Hunter
Tendría que haberse dado cuenta de que cualquier pacto con el diablo siempre esconde más de lo que en un principio parece y ahora estaba inmersa en un profundo lago de mentiras y medias verdades. Abrió el estuche y volvió a mirar las joyas. Tan brillantes, tan relucientes… y tan falsas como ella. Aunque servían para un propósito, igual que ella. Cerró la tapa con decisión y apretó el estuche contra su pecho. |
Cortejo en Mount Street de Kristi Ann Hunter
En el momento en que la vio parpadear, sin duda ajustando su visión a las lentes, se prometió a sí mismo que, no importaba como hubiera sido su vida antes, él haría todo lo que estuviera en sus manos para que tuviera un futuro mejor. Empezando por esa misma noche.
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Cortejo en Mount Street de Kristi Ann Hunter
Trent estaba convencido de que algún día podría mirar a su esposa vestida para acudir a algún evento nocturno y no le faltaría el aliento. De que algún día su corazón no se olvidaría de latir durante un instante y mantendría un ritmo constante en su presencia. Sí, algún día lo conseguiría. Pero no ese día. (…).
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Cortejo en Mount Street de Kristi Ann Hunter
Lo que hacía unos días le había parecido una idea descabellada y casi ridícula ahora se había transformado en el plan de batalla para conseguir lo que deseaba más que nada en la vida. Porque ya no deseaba simplemente a su esposa. Ahora quería a Adelaide. |
Cortejo en Mount Street de Kristi Ann Hunter
(…) Que su madre no le hiciera caso y ser el segundo plato de su padre nunca antes le había importado, posiblemente porque era lo único que había conocido, pero empezaba a preguntarse qué podía tener de malo para que todos quisieran ocultar su existencia al mundo entero.
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Gregorio Samsa es un ...