Conferencia sobre la lluvia de
Juan Villoro
Eras un gatito precioso, color café con leche, con un moño rojo y un cascabel en el cuello. Laura supo que serías mi compañía perfecta. Te he visto teclear en la computadora cuando me descuido, con displicencia de sabio chino. Una vez llenaste toda la pantalla con el número siete, que no conoces pero intuyes. Te he visto pasar pomejores repisas de la casa, escogiendo siempre zonas ilustres del librero. Te he visto ronronear satisfecho mientras leo y has tenido la enorme discreción de no traerme nuestros comunes enemigos, los ratones que seguramente cazas. Te he visto salir de noche rumbo a tu otra vida, que no necesito conocer, y regresar con el pelambre descompuesto sin que eso implique una tragedia ni me motive a hacer preguntas. Te he visto beber mi taza de leche, y eso me gusta. No sabes que eres mortal y que la felicidad debe ser una, pero no necesitas saberlo.
Cuando no estoy en casa ocupas mis espacios. Lo sé por los pelos que dejas en el sillón y encima de mi almohada. Y cuando estoy aquí me recuerdas quién te trajo. Algo de Laura vive en ti. Eres la vida que no pude atrapar en ella.
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