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Nuncanoche de Jay Kristoff
Los libros que amamos nos aman a nosotros. Igual que nosotros dejamos nuestra señal en sus paginas, esas paginas dejan su señal en nosotros. Lo veo en ti, igual que lo veo en mí mismo. Eres hija de las palabras. Una chica con una historia que contar.
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Tumba de Dioses de Jay Kristoff
Había crecido entre libros. Por muy oscura que se volviera la vida, desterrar el dolor era tan fácil como abrir una cubierta.
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Tumba de Dioses de Jay Kristoff
— Tu venganza es como los soles, Mia Corvere. Tan solo sirve para cegarte.
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Tumba de Dioses de Jay Kristoff
Pero en la arena no hay chicas. No hay madres ni hijas, no hay hijos ni padres. Solo hay enemigos.
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Nuncanoche de Jay Kristoff
Los libros que amamos nos aman a nosotros. Igual que nosotros dejamos nuestra señal en sus páginas, esas páginas dejan su señal en nosotros. Lo veo en ti, igual que lo veo en mí mismo. Eres hija de las palabras. Una chica con una historia que contar.
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Nuncanoche de Jay Kristoff
Mejor morir luchando que quedarse allí, en la oscuridad, pasando hambre. Mejor alzarse y caer que arrodillarse y vivir.
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Nuncanoche de Jay Kristoff
El lobo no se compadece del cordero. La tormenta no suplica su perdón a los ahogados.
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Nuncanoche de Jay Kristoff
El toque suave. La mirada que permanece. Los susurros de nada que lo significan todo. Esas son las armas que voy a entregarte.
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Nuncanoche de Jay Kristoff
Lo último que vas a ser jamás en este mundo, chica, es la heroína de alguien… Pero sí que serás una chica que los héroes teman.
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Nuncanoche de Jay Kristoff
Estas páginas que tenéis en las manos hablan de una chica que fue al asesinato lo que los virtuosos a la música. Que hizo a los finales felices lo que una sierra hace a la piel.
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Tumba de Dioses de Jay Kristoff
-Domina tus putas joyas de la corona -dijo-. Puede que tu madre te criara para tratarnos a todas como florecillas delicadas, o puede que solo sea que piensas con la polla. Pero en la arena no hay chicas. No hay madres, ni hijas, no hay hijos, ni padres. Solo hay enemigos. Como dediques un momento a preocuparte de lo que tiene tu rival entre las piernas, te separarán la cabeza del cuerpo. ¿Y de que te servirá entonces tu estúpida polla?
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Tormenta de Jay Kristoff
—Eso ha sido muy valiente, Señorita. Yukiko le miró fijamente, con la lengua perdida en algún lugar de sus sandalias. Dios mío, es guapísimo… El samurái se quitó el guantelete y deslizó el pulgar por las ahora silenciosas sierras de su espada; dejo una fina mancha roja en el acero repujado. Se limpió la sangre sobre el tabardo y luego insertó la katana en su vaina esmaltada con el sonido de las alas de una cigarra. —Una vez desenvainada, debe probar el sabor de la sangre. —Sus ojos centellearon como jade color crema—. Me alegro de que no fuera la tuya, hija de zorros. |
Tormenta de Jay Kristoff
Le llaman por el nombre de su padre. Yukiko frunció el ceño e hizo como que no entendía. —¿Quién es Kioshisan? —Ah. —El Hombre del Gremio soltó una risa corta, un ladrido sin gracia—. No tuviste oportunidad de conocer su nombre mientras le arrancabas la piel de la carne. Kioshisan es el Artífice al que rescataste del accidente. Me había equivocado. Creí que vosotros dos os habíais vuelto… íntimos. —Oh. —Yukiko parpadeó—. No me imaginaba que vosotros tuvierais nombres. —No los tenemos. —Nao apuntó hacia la puerta—. El loto debe florecer. |
Tumba de Dioses de Jay Kristoff
Y así es como los mayores monstruos se salen con la suya, teniendo un aspecto parecido al del resto de nosotros.
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Illuminae: Expediente_01 de Jay Kristoff
Cuerpos celestiales tan lejanos que si luz tarda miles de años en llegar hasta ella. No habían nacido aún sus ancestros cuando se creó esa luz que ahora acaricia el fondo de sus ojos. ¿Cuántas vidas humanas han hallado su fin en el lapso de tiempo que esa luz ha tardado en llegar hasta ella?
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Nuncanoche de Jay Kristoff
-¡Oh, Cállate!- gritó al caballo. -... le caes pero que muy mal...- susurró Don Majo. -¡No me estás ayudando! -... ¿y cómo puedo ayudar? ... -¡Explícame cómo nos hemos metido en este embalado! El gato que era sombras ladeó la cabeza, como pensando. Miró los ondulados Sussurriales, el horizonte serrado que se aproximaba, a su ama por encima de él. Y habló con la voz de quién revela una verdad horrible pero necesaria. -...en esencia, es culpa tuya... |
Gregorio Samsa es un ...