La catedral del mar de Ildefonso Falcones
Aprende a usar la libertad que tanto esfuerzo nos ha costado alcanzar. Sólo a ti te corresponde decidir.
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La catedral del mar de Ildefonso Falcones
Aprende a usar la libertad que tanto esfuerzo nos ha costado alcanzar. Sólo a ti te corresponde decidir.
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Esclava de la libertad de Ildefonso Falcones
Cuba canta y baila. La isla hasta se mueve en el mapa, y sus gentes escapan del dibujo al ritmo del son y del mambo, de la rumba, del bolero y del guaguancó.
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Esclava de la libertad de Ildefonso Falcones
Retomó la lucha por la libertad de los negros, e incitaba a conseguirla allá donde fuese. "Es la voluntad de los dioses", les decía a los esclavos.
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El pintor de almas de Ildefonso Falcones
Debemos enseñar a los curas que amenazan y asustan a sus feligreses con el fuego eterno que en realidad no hay otro infierno que este , el que sufrimos nosotros , con la miseria , los salarios exiguos , humillantes , las condiciones de trabajo y las jornadas agotadoras , con la enfermedad de nuestros hijos y con la falta de comida y medicinas .
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Esclava de la libertad de Ildefonso Falcones
La religión, la espiritualidad y las creencias desempeñan un papel central en la vida de millones de mujeres y hombres, en el modo en que viven y en el modo en que tratan a otras personas.
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La catedral del mar de Ildefonso Falcones
“Hay algo que nunca cambiará en la historia: el que tiene dinero quiere más; nunca lo ha regalado y nunca lo hará.” .
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La catedral del mar de Ildefonso Falcones
Una vida de penurias, sin recompensas fantásticas, sino, con las recompensas solo del alma.
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La catedral del mar de Ildefonso Falcones
Lo que te aseguro es que será único, y lo único no es ni mejor ni peor, simplemente es eso: único.
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La catedral del mar de Ildefonso Falcones
Pues bien, Arnau, no sé si será el mejor templo del mundo. Lo que te aseguro es que será único, y lo único no es ni mejor ni peor, es simplemente eso: único.
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La catedral del mar de Ildefonso Falcones
Nunca te fíes de los que dicen servir a Dios. Te hablará con serenidad y buenas palabras, tan cultas que no alcanzarás a entenderlas. Tratarán de convencerte con argumentos que sólo ellos saben hilvanar hasta adueñarse de tu razón y tu conciencia. Se presentarán a ti como hombres bondadosos que dirán querer salvarnos del mal y de la tentación, pero en realidad su opinión sobre nosotros está escrita y todos ellos, como soldados de Cristo que se llaman, siguen con fidelidad aquello que está escrito en los libros. Sus palabras son excusas y sus razones, idénticas a las que tú podrías darle a un mocoso.
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La catedral del mar de Ildefonso Falcones
El mar no sabe nada del pasado. Ahí está. Nunca nos pedirá explicaciones. Las estrellas, la luna, ahí están y siguen iluminándonos, brillan para nosotros.
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La catedral del mar de Ildefonso Falcones
Este libro me sorprendió gratamente, durante el confinamiento decidí leerlo,es un libro de mi marido y pensaba que no me iba a gustar mucho, pero me equivoqué, me lo leí en menos de dos semanas.
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La reina descalza de Ildefonso Falcones
Nosotras solo podemos luchar por olvidar nuestros dolores y sufrimientos, para vencerlos, pero nunca para vengarlos. Aferrarnos a la esperanza, por pequeña que esta sea, y mientras tanto, de vez en cuando, intentar volver a sentirnos mujeres.
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La catedral del mar de Ildefonso Falcones
No somos más que juguetes en manos de los nobles. Deciden sobre sus asuntos sin importarles cuántas muertes o cuánta miseria puedan acarrear a los demás.
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El pintor de almas de Ildefonso Falcones
Gaudí, el arquitecto de Dios, lo era tanto como él; un hombre de misa, confesión y comunión diarias.
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La catedral del mar de Ildefonso Falcones
Arnau, yo abandoné cuanto tenía para que tú pudieras ser libre —le había dicho su padre no hacía mucho—.
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La catedral del mar de Ildefonso Falcones
Hay algo que nunca cambiará en la historia: el que tiene dinero quiere más; nunca lo ha regalado y nunca lo hará.
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Los herederos de la tierra de Ildefonso Falcones
El chico insistió, como siempre tenía que hacer cuando le proponía algo. Fueron. Se sentaron en la orilla y él la animó a mecerse con el rumor de las olas. -Una inmensidad que no piensa -criticó ella-. solo se mueve una, otra y otra vez. Y otra más. Año tras año, siglo tras siglo. Sí, majestuoso, pero siempre muere aquí, a los pies de quienes vienen a contemplarlo. Mañana será lo mismo. Y el día en que arrasa, mata y siembra la destrucción no sabe por qué lo hace. Si de sonidos se trata, prefiero la risa de un niño o el estertor de un anciano. |
Gregorio Samsa es un ...