![]() |
Cuentos de amor de locura y de muerte de Horacio Quiroga
Nada hay más bello y que fortalezca más en la vida, que un puro recuerdo.
|
![]() |
Cuentos de amor de locura y de muerte de Horacio Quiroga
Nada hay más bello y que fortalezca más en la vida, que un puro recuerdo.
|
![]() |
Fragmentos literarios Primavera 2013 de Horacio Quiroga
Aunque no podia ella engañarse con el amortiguamiento de mi pasion , su amor era demasiado grande para no iluminarle los ojos cada vez que me veia.
|
![]() |
Fragmentos literarios Primavera 2013 de Horacio Quiroga
¿Qué mayor dicha para dos enamorados que esa honrada consagración de un cariño, libertado ya del vil egoísmo de un mutuo amor sin fin ninguno y, lo que es peor para el amor mismo, sin esperanzas posibles de renovación?
|
![]() |
Cuentos de la selva de Horacio Quiroga
El hombre y el animal luchan, cada uno a su manera, por su propia supervivencia
|
![]() |
El Almohadón de Plumas y Otros Cuentos de Horacio Quiroga
Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer.
|
![]() |
Cuentos de amor de locura y de muerte de Horacio Quiroga
Todas las situaciones dramáticas pueden repetirse, aun las más inverosímiles se repiten. Es menester vivir, y usted es muy muchacho…
|
![]() |
Cuentos de la selva de Horacio Quiroga
No es nuestra inteligencia, sino nuestro trabajo quien nos hace tan fuertes. La abeja haragana |
![]() |
Desterrados Y Otros Cuentos De Frontera, Los de Horacio Quiroga
Yo sufro muy vivamente estas impresiones. Cuantas veces he podido hacerlo, he evitado mirar un cadáver. Un muerto es para mí algo muy distinto de un cuerpo que acaba simplemente de perder la vida. Es otra cosa, una materia horriblemente inerte, amarilla y helada, que recuerda a alguien que hemos conocido.
|
![]() |
Cuentos de amor, de locura y de muerte de Horacio Quiroga
Nada hay más bello y que fortalezca más en la vida, que un puro recuerdo
|
![]() |
El Almohadón de Plumas y Otros Cuentos de Horacio Quiroga
Y el diablo, la horrible locura de hacer lo que no tiene utilidad alguna, estaba en mis dos ojos.
|
![]() |
El Almohadón de Plumas y Otros Cuentos de Horacio Quiroga
Veinticuatro horas pueden pasar como un siglo de esperanzas para el hombre que aguarda al final un segundo de dicha.
|
![]() |
El Almohadón de Plumas y Otros Cuentos de Horacio Quiroga
Cualquier persona tiene derecho a vengarse cuando la han herido.
|
![]() |
Cuentos de amor de locura y de muerte de Horacio Quiroga
Mi voz no era ya la de antes. Y ella debió notarlo bien, porque su alma sintió, en aumento de sollozos, el desesperado llamado que le hacía mi amor, esta vez sí, ¡inmenso amor! " - No, no.. - me respondió -. ¡Es demasiado tarde! |
![]() |
Cuentos de amor de locura y de muerte de Horacio Quiroga
Benincasa había sido ya enterado de las curiosas hormigas a que llamamos corrección. Son pequeñas, negras, brillantes y marchan velozmente en ríos más o menos anchos. Son esencialmente carnívoras. Avanzan devorando todo lo que encuentran a su paso: arañas, grillos, alacranes, sapos, víboras y a cuanto ser no puede resistirles. No hay animal, por grande y fuerte que sea, que no huya de ellas. Su entrada en una casa supone la exterminación absoluta de todo ser viviente, pues no hay rincón ni agujero profundo donde no se precipite el río devorador. Los perros aúllan, los bueyes mugen y es forzoso abandonarles la casa, a trueque de ser roídos en diez horas hasta el esqueleto. Permanecen en un lugar uno, dos, hasta cinco días, según su riqueza en insectos, carne o grasa. Una vez devorado todo, se van. (La miel silvestre) |
![]() |
Horacio Quiroga
La conocía hace diez años, y durante los seis meses que fui su novio hice cuanto estuvo en mí para que fuera mía. La quería mucho, y ella, inmensamente a mí. Por eso cedió un día, y desde ese instante, privado de tensión, mi amor se enfrió.
|
![]() |
Cuentos de amor de locura y de muerte de Horacio Quiroga
Era, sobre todo, una belleza para hombres, sin ser en lo más mínimo provocativa; y estilo es precisamente lo que no entenderán nunca las mujeres.
|
![]() |
Cuentos de amor de locura y de muerte de Horacio Quiroga
Si usted es querido alguna vez como yo lo fui, y ultraja como yo lo hice, comprenderá toda la pureza viril que hay en mi recuerdo.
|
![]() |
Horacio Quiroga
La disciplina usual quiere que el profesor tenga siempre razón, a despecho de cuanto de inmoral cabe en esto. Las excepciones fracasan casi siempre porque en ellas la cátedra reconoce su equivocación o ignorancia por concepto pedagógico -lo que no engaña nunca al alumno- y no por franca honradez. Es de todos modos dura tarea sostener un error con vergonzosos sofismas que el escolar va siguiendo tangente a tangente, y gracias a esta infalibilidad dogmática ha cabido a la Facultad de Ciencias Exactas la inmensa suerte de que el que estas líneas escribe no sea hoy un pésimo ingeniero.
|
![]() |
Horacio Quiroga
Pero ya no iba la boa a su río. Antes, hasta donde alcanzaba la memoria de sus antepasados, el río había sido suyo. Aguas, cachoeiras, lobos, tormentas y soledad, todo le pertenecía. Ahora, no. Un hombre, primero, con su miserable ansia de ver, tocar y cortar había emergido tras del cabo de arena con su larga piragua. Luego otros hombres, con otros más, cada vez más frecuentes. Y todos ellos sucios de olor, sucios de machetes y quemazones incesantes. Y siempre remontando el río, desde el sur... |
![]() |
La justa proporción de las cosas y otros cuentos de Horacio Quiroga
Hombre y devastación son sinónimos desde tiempo inmemorial en el pueblo entero de los animales. Para las víboras en particular, el desastre se personificaba en dos horrores: el machete escudriñando, revolviendo el vientre mismo de la selva, y el fuego aniquilando el bosque en seguida, y con él los recónditos cubiles.
|
Lleva un nombre femenino que se ha convertido en símbolo de la adolescencia y la picardía