Indiana o las pasiones de Madame Delmare de George Sand
En fin, el amante de la esposa se convirtió en amigo del esposo.
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Indiana o las pasiones de Madame Delmare de George Sand
En fin, el amante de la esposa se convirtió en amigo del esposo.
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Indiana o las pasiones de Madame Delmare de George Sand
Le horrorizó tanta resolución y experimentó cierto desagrado hacia la señora Delmare, pues los hombres, sobre todo los amantes, tienen la inocente y ridícula presunción de querer proteger la fragilidad de las mujeres antes que admirar su valor.
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Indiana o las pasiones de Madame Delmare de George Sand
Ahora, ya no le cabía duda alguna de que en aquella frágil y, en apariencia, tímida mujer, residía un coraje más que masculino.
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Indiana o las pasiones de Madame Delmare de George Sand
No preciso halagos sino afecto. Necesito ser la única; que me amen sin vuelta atrás, sin reservas. Un hombre dispuesto a sacrificar todo por mí.
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Indiana o las pasiones de Madame Delmare de George Sand
Como puede apreciarse, el amor que Raymon profesaba hacia su madre se cimentaba en la necesidad que tenía de ella y en el bienestar que le ofrecía; esta es la razón por la que todos los niños aman a la suya.
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Indiana o las pasiones de Madame Delmare de George Sand
Con una esposa menos educada y dulce, habría sido un hombre más temeroso, como un lobo amaestrado; pero aquella mujer renegaba de su suerte; no se tomaba la molestia de procurar hacerle mejor persona.
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Y, además, si la entrega de los soldados por su capitán les parece grande y noble, de acuerdo; a mí también; pero yo lo llamo lealtad, no patriotismo.
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Indiana o las pasiones de Madame Delmare de George Sand
Estos hombres, reunidos e impelidos por uma mano poderosa, lograron mágicas hazañas, se crecían como gigantes en el fragor de la batalla; pero, de vuelta a la vida civil, aquellos héroes no eran más que soldados, audaces y groseros compañeros que razonaban como máquinas.
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(En las provincias) Mientras respete religiosamente la bolsa y la vida de sus conciudadanos, nadie le pide cuentas. Puede golpear a su mujer, maltratar a los suyos, dejar a sus hijos en la ruina; a nadie le importa. La sociedad sólo condena los actos que le perjudican; la vida privada no es de su incumbencia.
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El más honesto de los hombres es aquel que mejor piensa y procede; pero el más influyente es aquel que mejor escribe y se expresa.
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Indiana o las pasiones de Madame Delmare de George Sand
Ámeme. Dígame que aún me ama y estaré bien, estaré a salvo. Béseme como lo hacía antes y no me arrepentiré de haberme malogrado por ofrecerle unos días de placer.
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Indiana o las pasiones de Madame Delmare de George Sand
Es usted la mujer que siempre he soñado, la pureza que adoraba; la quimera que siempre se me ha escapado, la resplandeciente estrella que me alumbraba diciendo: "Camina aún sobre esta vida de miseria, y el Cielo te enviará uno de sus ángeles para acompañarte"
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Indiana o las pasiones de Madame Delmare de George Sand
Ella se estremeció al escuchar pronunciar su nombre, y él sintió una enorme dicha ante la sorpresa que le causó semejante audacia.
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Indiana o las pasiones de Madame Delmare de George Sand
Llegará el día en que mi vida cambiará, en que procuraré el bien a otros, en que me amarán, en el que entregaré mi corazón a aquel que me ofrezca el suyo; mientras tanto, suframos; callemos y reservemos nuestro amor para recompensar a aquel que me libere. Este libertador, este mesías, nunca llegó.
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Indiana o las pasiones de Madame Delmare de George Sand
Era un hombre de acero en cuestiones de sentimientos políticos, no atendía a razones sobre la inatacable gloria de su gran emperador y la defendía con la ciega obstinación de un niño de sesenta años.
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En este mundo, un hombre capaz de realizar locuras de amor es un raro prodigio que las mujeres jamás desprecian.
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Expresaba con arte su pasión y la sentía con ardor; en realidad, no era la pasión la que le hacía elocuente, sino la elocuencia la que le volvía apasionado. Notaba cuando era del agrado de una mujer, y se volvía elocuente para seducirla y se enamoraba de ella seduciéndola.
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Pero la costumbre adquirida con otras mujeres, otorgaba a sus palabras esa especie de poder de convicción ante el que la ingenua Indiana se abandonaba, sin comprender que todo aquello no había sido inventado para ella. Normalmente, y las mujeres lo saben muy bien, un hombre que habla de amor con cierto ingenio, sólo está medianamente enamorado.
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Indiana o las pasiones de Madame Delmare de George Sand
El hombre que ya ha hecho uso de sus emociones muestra un mayor interés por gustar que por amar.
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Indiana o las pasiones de Madame Delmare de George Sand
Su timidez acrecentaba su gracia natural, y Raymon sintió que el acento de aquella voz criolla, un poco velada, tan dulce que parecía estar hecha para orar o bendecir, le tocaba el corazón.
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