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Escondida luz de Federico García Lorca
La noche no quiere venir para que tú no vengas, ni yo pueda ir. Pero yo iré, aunque un sol de alacranes me coma la sien. Pero tú vendrás con la lengua quemada por la lluvia de sal. El día no quiere venir para que tú no vengas, ni yo pueda ir. Pero yo iré entregando a los sapos mi mordido clavel. Pero tú vendrás por las turbias cloacas de la oscuridad. Ni la noche ni el día quieren venir para que por ti muera y tú mueras por mí. |
Escondida luz de Federico García Lorca
[...] pero nadie querrá mirar tus ojos porque te has muerto para siempre. Porque te has muerto para siempre como todos los muertos de la Tierra, como todos los muertos que se olvidan en un montón de perros apagados. |
Escondida luz de Federico García Lorca
¡Que no quiero verla! Que mi recuerdo se quema. ¡Avisad a los jazmines con su blancura pequeña! ¡Que no quiero verla! |
Escondida luz de Federico García Lorca
¡No haya sombra ni emboscada que no puedan escaparse! ¡Que quiero entrar en un pecho para poder calentarme! ¡Un corazón para mí! ¡Caliente!, que se derrame por los montes e mi pecho; dejadme entrar, ¡ay, dejadme! |
Federico García Lorca
-Amor, amor que estoy herido. Herido de amor huido, herido, muerto de amor. Decid a todos que ha sido el ruiseñor. Bisturí de cuatro filos, garganta rota y olvido. Cógeme la mano, amor, que vengo muy mal herido, herido de amor huido, ¡herido! ¡Muerto de amor! |
Escondida luz de Federico García Lorca
[...] pero debajo de las estatuas no hay amor, no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo. El amor está en las carnes desgarradas por la sed, en la choza diminuta que lucha con la inundación; el amor está en los fosos donde luchan las sierpes del hambre, en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotas y en el oscurísimo beso punzante debajo de las almohadas. Pero el viejo de las manos traslúcidas dirá: amor, amor, amor, aclamado por millones de moribundos. Dirá: amor, amor, amor, entre el tisú estremecido de ternura; dirá: paz, paz, paz, entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita. Dirá: amor, amor, amor, hasta que se le pongan de plata los labios. |
Escondida luz de Federico García Lorca
Yo denuncio a toda a gente que ignora la otra mitad, la mitad irredimible que levanta sus montes de cemento donde laten los corazones de lo animalitos que se olvidan y donde caeremos todos en la última fiesta de los taladros. [...] |
Escondida luz de Federico García Lorca
¡Soledad, qué pena tienes! ¡Qué pena tan lastimosa! Lloras zumo de limón agrio de espera y de boca. ¡Qué pena tan grande! [...] |
Escondida luz de Federico García Lorca
Yunques ahumados sus pechos, gimen canciones redondas. Soledad, ¿por quién preguntas sin compaña y a estas horas? Pregunte por quien pregunte, dime: ¿a ti qué se te importa? Vengo a buscar lo que busco, mi alegría y mi persona. Soledad de mis pesares, caballo que se desboca, al fin encuentra la mar y se lo tragan las olas. |
Escondida luz de Federico García Lorca
Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. Compare, quiero morir decentemente en mi cama. |
Escondida luz de Federico García Lorca
-Y me quedo sola mientras que bajo la acacia en flor del jardín mi muerte acecha. Pero mi vida está aquí. Mi sangre se agita y tiembla, como un árbol de coral, con la marejada tierna. Y aunque tu caballo pone cuatro lunas en las piedras y fuego en la verde brisa débil de la primavera, ¡corre más! ¡Ven a buscarme! Mira que siento muy cerca dedos de hueso y de musgo acariciar mi cabeza. |
Escondida luz de Federico García Lorca
Hora redonda y oscura que me pesa en las pestañas. Dolor de viejo lucero detenido en mi garganta. Ya debieran las estrellas asomarse a mi ventana y abrirse lentos los pasos por la calle solitaria. |
Escondida luz de Federico García Lorca
¡Oh, qué dolor no tener dolor y pasar la vida sobre la hierba incolora de la vereda indecisa! ¡Oh el más profundo dolor, el dolor de la alegría, reja que nos abre surcos donde el llanto fructifica! |
Escondida luz de Federico García Lorca
¿No viste por el aire transparente una dalia de penas y alegrías que te mandó mi corazón caliente? |
Escondida luz de Federico García Lorca
Tengo miedo a perder la maravilla de tus ojos de estatua y el acento que de noche me pone en la mejilla la solitaria rosa de tu aliento. Tengo pena de ser en esta orilla tronco sin ramas, y lo que más siento es no tener la flor, pupa o arcilla, para el gusano de mi sufrimiento. Si tú eres el tesoro oculto mío, si eres mi cruz y mi dolor mojado, si soy el perro de ti señorío, no me dejes perder lo que he ganado y decora las aguas de tu río con hojas de mi otoño enajenado. |
Escondida luz de Federico García Lorca
Amor de mis entrañas, viva muerte, en vano espero tu palabra escrita y pienso, con la flor que se marchita, que si vivo sin mí quiero perderte. El aire es inmortal. La piedra inerte ni conoce la sombra ni la evita. Corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte. Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura en duelo de mordiscos y azucenas. Llena pues de palabras mi locura o déjame vivir en mi serena noche del alma para siempre oscura. |
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La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca
Es así como se tiene que hablar en este maldito pueblo sin río, pueblo de pozos, donde siempre se bebe el agua con el miedo de que esté envenenada
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Bodas de sangre de Federico García Lorca
Vamos al rincón oscuro, donde yo siempre te quiera, que no me importe la gente, ni el veneno que nos echa. |
¿Cuáles fueron las primeras influencias que distinguen la lírica del autor?