El viento comenzó a mecer la hierba de Emily Dickinson
Cuando la Noche está casi acabada y el Amanecer se aproxima tanto que podemos percibir las distancias, es tiempo de alisarnos el pelo y acariciarnos las mejillas. Y preguntarnos cómo pudimos preocuparnos por esa vieja y desvanecida Medianoche que, hace sólo una hora, nos aterrorizó. |