El asombroso viaje de Pomponio Flato de Eduardo Mendoza
¿Y qué es la verdad? —Respondió José. —Unas veces lo contrario de la mentira; otra veces, lo contrario del silencio.
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El asombroso viaje de Pomponio Flato de Eduardo Mendoza
¿Y qué es la verdad? —Respondió José. —Unas veces lo contrario de la mentira; otra veces, lo contrario del silencio.
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El negociado del yin y el yang de Eduardo Mendoza
Los epílogos de las guerras siempre son capítulos molestos.
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El asombroso viaje de Pomponio Flato de Eduardo Mendoza
Que los dioses te guarden, Fabio, de esta plaga, pues de todas las formas de purificar el cuerpo que el hado nos envía, la diarrea es la más pertinaz y diligente.
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Sin noticias de Gurb de Eduardo Mendoza
"La diferencia fundamental entre los ricos y los pobres parece ser ésta: que los ricos, allí donde van, no pagan, por más que adquieran o consuman lo que se les antoje. Los pobres, en cambio, pagan hasta por sudar."
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La isla inaudita de Eduardo Mendoza
Por supuesto, la música es un arte pasajero; está en su esencia misma ser volátil. Pero es esta noción misma de creación y olvido constante lo que me aterra: la noción de nuestra propia futilidad.
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La isla inaudita de Eduardo Mendoza
Y cuando uno está arruinado, la única forma de evitar el colapso definitivo es seguir arruinándose. Es una ley económica extraña, pero irrebatible: nadie conoce los límites de la ruina, salvo los que se detienen por miedo o por cansancio. Por la ruina, como por el cosmos, se puede ir viajando sin llegar nunca al final.
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La isla inaudita de Eduardo Mendoza
En definitiva, no sé que hacer ni a dónde ir... Pero eso no significa que no piense; al contrario, todo mi desconcierto se debe a que pienso demasiado. Ante la duda y la incertidumbre, no hago otra cosa que pensar. También pienso que pensar no conduce a nada, que es un modo estúpido de vivir. Sé que solo la acción trae consigo la acción, que solo la acción puede cambiar las cosas o iniciar el cambio de las cosas. Pensando no se pone el mundo en movimiento; al contrario, el pensamiento lo estanca todo. Yo pienso esto que acabo de decir, pero no me sirve de nada; pensarlo no me sirve de nada. Me aborrezco y me avergüenzo de mi apatía. Cuando pienso en mí, en lo que soy y en lo que hago, no me gusto: el balance siempre es negativo.
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La isla inaudita de Eduardo Mendoza
Qué simple, a pesar de todo, es la vivencia de los sueños, pensó; en cambio, en la realidad, todo son preguntas e incertidumbres.
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Transbordo en Moscú de Eduardo Mendoza
A todo lo que acabo de decir, permítanme añadir un ruego. Todos los muertos se llevan sus secretos a la tumba. Si los seres humanos somos siempre un enigma para los demás, en el caso de los muertos el enigma es definitivo: nunca podremos conocer sus ideas y sus sentimientos. Yo quisiera que aceptáramos ese hecho incontrovertible y fuéramos generosos: no les arrebatemos el único derecho que les queda. Es habitual decir que nos difuntos siguen viviendo en la memoria de los vivos. No es verdad. Sólo guardamos una visión esquemática que reduce sus vidas a media docena de instantáneas borrosas en las que el protagonista es el que recuerda y no el recordado. Si los recordamos en su momento de plenitud, al verlos ahora de cuerpo presente, pensaremos que vivieron con el único objeto de darnos una lección moral. No caigamos en esta trampa inicua. Olvidemos a la madre amorosa que cuidaba nuestros sarampiones y a la entrañable viejecita desorientada. Mi madre no fue eso. Nadie lo es. Olvidémonos de estas reliquias asquerosas. Un muerto tiene derecho a su vida pasada tal como fue, no tal como nosotros la pintamos. Y si al morir hasta eso se pierde, lo mismo da.
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Transbordo en Moscú de Eduardo Mendoza
Lamentablemente, aquel cambio de actitud por mi parte llegaba demasiado tarde. Los destinos más atractivos habían sido tomados por un turismo masivo organizado y los propios lugares se iban adaptando a su condición de meras atracciones. Lo que hasta entonces había sido un magnífico telón de fondo para cualquier actividad, se había convertido en la actividad en sí misma, y había relegado a las personas a mero telón de fondo.
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Transbordo en Moscú de Eduardo Mendoza
Al nacer emprendemos una carrera con el tiempo; al principio, creemos sacarle mucha ventaja; luego nos es preciso redoblar el esfuerzo y, a la vista de la meta, todos somos vencidos por un rival que a nadie perdona y ante nadie cede.
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Transbordo en Moscú de Eduardo Mendoza
El matrimonio no es una comedia de enredo, pensé, pero es mejor si lo parece. Los secretos son esenciales para mantener viva la atracción.
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Transbordo en Moscú de Eduardo Mendoza
Pero no somos nosotros quienes decidimos la frivolidad o la trascendencia de nuestras acciones. Son más bien estas acciones, más o menos espontáneas, las que hacen y deshacen nuestras vidas.
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Transbordo en Moscú de Eduardo Mendoza
Desde que soy adulto considero los sueños un fenómeno sobrevalorado: no contienen mensajes del más allá ni prefiguran acontecimientos futuros, como se creía en el mundo clásico, ni enmascaran nuestros deseos, temores y frustraciones, como afirma la psicología moderna. Para mí son, pura y simplemente, una molestia superflua de la que prescindiría con gusto, si bien, como cualquier persona no estoy libre de su influjo y cuando me sobrevienen, experimento el correspondiente desasosiego, sin que su posterior racionalización me sirva para nada.
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Transbordo en Moscú de Eduardo Mendoza
No te espantes, dijo, un fantasma es un muerto con ganas de parranda y éste aún no ha tenido tiempo de asumir su condición.
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Transbordo en Moscú de Eduardo Mendoza
Aquellos eran años de despilfarro en una España enloquecida, que utilizaba el folklore para ocupar su sitio en el concierto universal de las naciones. En cuanto cerraba la Feria de Abril, empezaban los Sanfermines, el verano duraba doce meses y el mundo se asombrara de nuestra capacidad para comer mariscos y tirar cohetes.
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Transbordo en Moscú de Eduardo Mendoza
Lo mejor de Barcelona son los interiores: la luz a través de las persianas, el olor de las cocinas. Somos un país de mercaderes: lo bueno se queda en casa y al forastero le vendemos las apariencias.
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Transbordo en Moscú de Eduardo Mendoza
El objetivo de la publicidad no es pregonar las cualidades de un producto, sino hacer que la gente se sienta importante: que se merece un perfume, una alhaja, un objeto cualquiera. Mira lo que pasó en España con el 600.
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Transbordo en Moscú de Eduardo Mendoza
El hombre es un simio que se ha complicado la vida innecesariamente. Un chimpancé oye un trueno y corre a refugiarse de la lluvia. Un hombre primitivo oye el mismo trueno, lo identifica con la voz de un dios implacable y corre a sacrificar al vecino para apaciguarlo. De ahí salen la religión, la filosofía, el arte. Pero ¿compensa el precio que hemos pagado?
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Transbordo en Moscú de Eduardo Mendoza
¡Ah! Si no fuera por los denostados críticos, el arte estaría a merced de las supersticiones y de las arbitrariedades del poder.
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¿Por que decidió irse al internado Miles?