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Biblioteca bizarra de Eduardo Halfon
El orden de una biblioteca, decía Borges, es una manera silenciosa de ejercer el arte de la crítica.
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Biblioteca bizarra de Eduardo Halfon
Decía Virginia Woolf que los libros de viejo son libros salvajes, libros sin casa, y tienen un encanto del que carecen los volúmenes domesticados de una biblioteca.
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El boxeador polaco de Eduardo Halfon
Soy un gitano que no puede ser un gitano y también soy un serbio que no puede ser un serbio. ¿Qué hace un niño, Eduardito, que es excluído por unos y excluído por otros y odiado por unos y otros?
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Biblioteca bizarra de Eduardo Halfon
El gran cuentista, pienso mientras los niños juegan sobre la antigua base de submarinos, sabe hacer de lo breve algo colosal, de lo insignificante algo trascendente, de la nada unas cuantas páginas que contienen todo.
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Biblioteca bizarra de Eduardo Halfon
Me pregunto, Leo, si no habrá una relación entre el proceso de volverse padre y el de volverse traductor; entre imaginar cómo nuestro hijo se va haciendo nuestro hijo, e imaginar cómo las palabras de otro se van haciendo nuestras.
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Biblioteca bizarra de Eduardo Halfon
Me convertí en tu padre, Leo, como todo lo demás importante en mi vida: por accidente.
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Biblioteca bizarra de Eduardo Halfon
Se me ocurre que, en un mundo maniático, en un mundo fetichista, quizás es más sincero tener una biblioteca de retratos de escritores que una biblioteca de sus libros.
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Biblioteca bizarra de Eduardo Halfon
Con los celos de Jacques Bonnet en la mente, le pregunté a Patrick si las bibliotecas personales en Francia seguían siendo monocromáticas, si las bibliotecas personales en Francia aún eran un símbolo de poder y estatus social. Patrick encendió otro cigarro y, sonriendo, me dijo algo en francés que no entendí.
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Eduardo Halfon
Con el paso del tiempo, en la primera página de aquel libro antiguo fue surgiendo (aflorando, me dijo) el autógrafo, oscuro pero legible, del mismo Rilke. Como por arte de magia. O como firmado un siglo tarde por el fantasma de Rilke. O como si Rilke lo hubiese firmado con una tinta invisible, activada por el paso del tiempo o por el roce de los dedos de un editor o acaso por la húmeda y cítrica brisa valenciana.
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Biblioteca bizarra de Eduardo Halfon
Pensé en mi muerte. Pensé en alguien llegando a mi casa después de mi muerte a husmear entre las estanterías de caoba de mi biblioteca personal. ¿Cuál sería entonces, según ese alguien, mi tema o mi ideal o mi deseado y árido pedacito de tierra? ¿Será que hay allí, entre mis tantos libros, entre mis tantas lecturas y seducciones literarias, y acaso sin yo siquiera saberlo, el deseo secreto y profundo de algún pedacito de tierra? La biblioteca de un hombre, decía Ralph Waldo Emerson, es una especie de harén.
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Biblioteca bizarra de Eduardo Halfon
Hoy todavía recuerdo, o más bien todavía percibo muy adentro, la sensación de pérdida, de ausencia. Y es que, en la memoria, las sensaciones son más intensas que los hechos, y las ausencias ocupan más espacio que las presencias.
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Biblioteca bizarra de Eduardo Halfon
El doctor Sancha compra un libro, lo lee, luego se lo regala a algún amigo. Si quiere leerlo otra vez —cosa que le sucede a menudo— el doctor Sancha lo compra otra vez, lo lee otra vez, y luego se lo regala a otro amigo. De algunos libros, dice, ha comprado, leído y regalado varias docenas de ejemplares a varias docenas de amigos. Dice, lapidario, que la biblioteca particular convierte los libros en objetos empolvados que ya nunca o casi nunca se vuelven a abrir. Se convierten en falsos trofeos, dice, en símbolos decadentes. Se convierten, dice, en cosas inservibles.
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Biblioteca bizarra de Eduardo Halfon
La biblioteca de un hombre, decía Ralph Waldo Emerson, es una especie de harén.
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Monasterio de Eduardo Halfon
¿Miedo a volverme parte de las hordas del turismo que van a Auschwitz, de ese turismo deplorable, y amarillista, y que hasta podría decirse que rinde culto a la pornogafría de la bestialidad?
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El boxeador polaco de Eduardo Halfon
"No tardé tanto en comprender su broma telefónica, y la importancia psicológica de esa broma, y eventualmente, aunque nunca nadie lo admitía, el origen histórico de su número."
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Saturno de Eduardo Halfon
El padre es un nombre, escucho que susurra alguien. Me quedo quieto. Oigo risas. Varias risas atrás de mí. Pero no quiero volver la mirada, padre. Sé quiénes son, pero aún no quiero volver la mirada.
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Saturno de Eduardo Halfon
Su cólera durante nuestra última batalla, padre, todavía me está consumiendo. Sus gritos retumbaron en mí como los truenos que preceden la lluvia, la lluvia que jamás escampa. Insultos y amenazas y condenas. Como las de un gigante. Admitió usted, padre, su deseo de vengarse de mí.
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Biblioteca bizarra de Eduardo Halfon
Yo pasaba aquellos días dando clases, y leyendo libros al igual que un viciado, y aprendiendo a escribir como si mi vida dependiese de ello (quizás mi vida sí dependía de ello), y antes de darme cuenta ya había publicado mi primer libro. Así nomás. Casi por accidente. Me había tropezado con los libros, y luego había caído en la escritura. Pero algo finalmente me empezaba a hacer sentido, sobre mí mismo, sobre mi país. Y entonces llegó un salvadoreño endiablado y me dijo que huyera de Guatemala lo más pronto posible.
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¿En qué año se publicó?