Muerte de un extraño (Detective William Monk #13) de
Anne Perry
(…) La señorita Ballinger todavía no ha llegado. No me extrañaría que estuviera todavía en alguna casa elegantona. ¡En mi vida había visto cambiar tanto a una persona! —Lo dijo con gran satisfacción y sin hacer siquiera un amago de sonrisa—. Era incapaz de matar una mosca cuando llegó aquí. Ahora tiene más cara que espalda. Pide dinero a todo quisque. Me apuesto seis peniques a que entrará tan campante, con una sonrisa de oreja a oreja, y nos dirá que ha conseguido unas pocas libras más para nosotras.
Hester sí que sonrió, pese a la melancolía de aquella mañana. Era cierto, Margaret había hallado confianza en sí misma, e incluso felicidad, gracias a su trabajo en la casa de socorro.