La peste de Albert Camus
En medio de la confusión general se esmeraba, en suma, en convertirse en historiador de las cosas que no tenían historia.
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La peste de Albert Camus
En medio de la confusión general se esmeraba, en suma, en convertirse en historiador de las cosas que no tenían historia.
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La peste de Albert Camus
Así fue que, por ejemplo, un sentimiento tan individual como es el de la separación de un ser querido se convirtió de pronto, desde las primeras semanas, mezclado a aquel miedo, en el sufrimiento principal de todo un pueblo durante aquel largo exilio.
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La peste de Albert Camus
"Usted vive en la abstracción." ¿Eran realmente la abstracción aquellos días pasados en el hospital donde la peste comía a dos carrillos llegando a quinientos el número medio de muertos por semana? Sí, en la desgracia había una parte de abstracción y de irrealidad.
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La peste de Albert Camus
el gran deseo de un corazón inquieto es el de poseer interminablemente al ser que ama o hundir a este ser, cuando llega el momento de la ausencia, en un sueño sin orillas que sólo pueda terminar el día del encuentro.
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La peste de Albert Camus
En realidad, este periódico se ha limitado en seguida a publicar anuncios de nuevos productos infalibles para prevenir la peste.
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La peste de Albert Camus
En las paradas, el tranvía arroja cantidades de hombres y mujeres que se apresuran a alejarse para encontrarse solos. Con frecuencia estallan escenas ocasionadas únicamente por el mal humor que va haciéndose crónico.
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La peste de Albert Camus
lo que es verdadero de todos los males de este mundo lo es también de la peste. Esto puede engrandecer a algunos. Sin embargo, cuando se ve la miseria y el sufrimiento que acarrea, hay que ser ciego o cobarde para resignarse a la peste.
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La peste de Albert Camus
Aquel mismo día, durante una reunión, los médicos abrumados, ante el prefecto, lleno de confusión, habían pedido y obtenido nuevas medidas para evitar el contagio que se establecía de boca a boca en la peste pulmonar. Como de ordinario, nadie sabía nada.
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La peste de Albert Camus
el vicio más desesperado es el vicio de la ignorancia que cree saberlo todo
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La peste de Albert Camus
Toda la cuestión estaba en impedir que el mayor número posible de hombres muriese y conociese la separación definitiva. Para esto no había más que un solo medio: combatir la peste. Esta verdad no era admirable: era sólo consecuente.
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La peste de Albert Camus
encontraban un consuelo en sus momentos difíciles imaginando que había otros menos libres que ellos. "Hay quien es todavía más prisionero que yo", era la frase que resumía la única esperanza posible.
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La peste de Albert Camus
Al convertirse la peste en el deber de unos cuantos se la llegó a ver realmente como lo que era, esto es, cosa de todos.
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Albert Camus
¿A qué conducía el odio que leía entonces en las caras? "No tiene usted corazón", le habían dicho un día; sin embargo tenía un corazón. Le servía para soportar las veinte horas diarias que pasaba viendo morir a hombres que estaban hechos para vivir
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Albert Camus
Aunque la peste, por la imparcialidad eficiente que usaba en su ministerio, hubiera debido afirmar el sentido de igualdad en nuestros conciudadanos, el juego natural de los egoísmos hacía que se agravase más en el corazón de los hombres el sentimiento de la injusticia.
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Albert Camus
Mi madre era así, yo adoraba en ella ese mismo apaciguamiento y siempre quise estar a su lado. Hace ocho años que no puedo decir que murió; solamente se borró un poco más que de costumbre, y cuando me volví a mirarla ya no estaba allí
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Albert Camus
la peste cambiaría y no cambiaría la ciudad, que sin duda, el más firme deseo de nuestros ciudadanos era y sería siempre el de hacer como si no hubiera cambiado nada, y que, por lo tanto, nada cambiaría en un sentido, pero, en otro, no todo se puede olvidar, ni aún con voluntad
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La peste de Albert Camus
Los telegramas llegaron a ser nuestro único recurso. Seres ligados por la inteligencia, por el corazón o por la carne fueron reducidos a buscar los signos de esta antigua comunión en las mayúsculas de un despacho de diez palabras.
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El extranjero de Albert Camus
Miré el campo a mi alrededor. A través de las líneas de cipreses que aproximaban las colinas al cielo, de aquella tarde rojiza y verde, de aquellas casas, pocas y bien dibujadas, comprendía a mi madre. La tarde, en esta región, debía de ser como una tregua melancólica. Hoy, el sol desbordante que hacía estremecer el paisaje, lo tornaba inhumano y deprimente. Pág. 24. |
El mito de Sísifo de Albert Camus
"Si el mito es trágico lo es porque su protagonista tiene consciencia. ¿En qué consistiría, en efecto, su castigo si a cada paso lo sostuviera la esperanza de conseguir su propósito? El obrero actual trabaja durante todos los días de su vida en las mismas tareas y ese destino no es menos absurdo. Pero no es trágico sino en los raros momentos en que se hace consciente. Sísifo, proletario de los dioses, impotente y rebelde, conoce toda la magnitud de su condición miserable: en ella piensa durante su descenso. La clarividencia que debía constituir su tormento consuma al mismo tiempo su victoria. No hay destino que no se venza con desprecio."
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¿Cuál es el órgano que trasplantan a Cora?