La mala costumbre de Alana S. Portero
Ser hombre, ser mujer, no ser ninguna de las dos cosas es algo que no puede experimentarse ni construirse a solas.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
Ser hombre, ser mujer, no ser ninguna de las dos cosas es algo que no puede experimentarse ni construirse a solas.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
Eran dos chicas que apenas habían cumplido los veinte años desplegando toda la crueldad de la que la juventud es capaz, que es mucha. Los remordimientos y la contención llegan con la decrepitud, como el egoísmo, cuando se habita el reverso de la vida y se entiende que casi nada feo existe que no nos termine por alcanzar.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
Lo primero que una niña trans aprende cuando el entorno es hostil a su causa, antes incluso de saber que lo es, cuando todo son intuiciones, es a controlar la ilusión, o a fingirla hasta que casi ni ella misma sabe cuándo es cierta y cuando no.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
Los obreros nunca fueron vistos por el franquismo de otra forma que como bestias de carga que estabular en la periferia. Ese abandono generó una conciencia de clase en el barrio que las autoridades de la Transición democrática decidieron atajar a finales de los setenta y durante toda la década de los ochenta con jeringazos de heroina casi regalados.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
El miedo que se pasa en el armario fabrica monstruos a partir de sombras chinescas.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
Aprendí que a las mujeres que viven a su manera, que envejecen a su manera y que llevan la vida marcada en la cara, bien visible, se las suele cubrir con el manto del patetismo y de la burla porque se las teme.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
Cuando reímos con ganas no tenemos edad, lo hacemos igual durante toda nuestra vida y puede adivinarse en nuestra mueca la niña que fuimos o la anciana que seremos.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
Escuchar a los adultos hablar de las personas diferentes dejaba marcas que no se borraban nunca.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
Cuando reímos con ganas no tenemos edad, lo hacemos igual durante toda nuestra vida y puede adivinarse en nuestra mueca la niña que fuimos o la anciana que seremos.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
...no podía evitar pedirle a menudo que se portase bien por si ayudaba a que amainase la brutalidades. Que la violencia machista se dispensa con independencia de lo que hagamos o dejemos de hacer las mujeres era algo que todavía no había aprendido.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
Aprendí que a las mujeres que viven a su manera, que envejecen a su manera y que llevan la vida marcada en la cara, bien visible, se las suele cubrir con el manto del patetismo y de la burla porque se las teme.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
Los obreros nunca fueron vistos por el franquismo de otra forma que como bestias de carga que estabular en la periferia. Ese abandono generó una conciencia de clase en el barrio que las autoridades de la Transición democrática decidieron atajar a finales de los setenta y durante toda la década de los ochenta con jeringazos de heroína casi regalados.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
La casa no estaba del todo limpia pero solo acumulaba polvo, que es el aliento del tiempo depositándose sobre nuestras cosas para que recordemos que sigue corriendo.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
Los hombres no se hacían hombres, se instruían en la masculinidad, e incluso entre los más buenos,pobre del que fallase en la práctica de la misma.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
El miedo que se pasa en el armario fabrica monstruos a partir de sombras chinescas.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
Conforme me acercaba a la pubertad y me resistía a afrontar la realidad, los contornos de mi padecimiento se amalgamaban en un cuarteto macabro de despersonalización, negación, huida y mentira, que se sostenían en el tiempo como una nota grave que me estaba volviendo loca, un acúfeno capaz de articularme palabras de desprecio dentro de los oídos.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
Los remordimientos y la contención llegan con la decrepitud, como el egoísmo, cuando se habita el reverso de la vida y se entiende que casi nada feo existe que no nos termine por alcanzar.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
… aquellos basurales, aquellas nadas, eran los patios de recreo de los niños del barrio y sus propios morideros cuando se hacían lo suficientemente mayores para meterse caballo.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
En pantalla decían que Madrid era una ciudad en la que los chicos maquillados bailaban hasta el amanecer; en San Blas, el fragmento de Madrid que me correspondía, los adultos discutían con toda normalidad si era peor tener un hijo drogadicto o maricón.
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La mala costumbre de Alana S. Portero
Que la violencia machista se dispensa con independencia de lo que hagamos o dejemos de hacer las mujeres era algo que todavía no había aprendido.
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Gregorio Samsa es un ...