Aún nos llevábamos bien y nos importábamos, pero… A veces la vida separa a las personas. No tenía nada que ver con apreciarse menos, simplemente sucedía.
|
Aún nos llevábamos bien y nos importábamos, pero… A veces la vida separa a las personas. No tenía nada que ver con apreciarse menos, simplemente sucedía.
|
Quería tanto a este hombre que perderlo iba a romperme el corazón, frío y muerto, en tantos pedazos que no me quedaría más remedio que meterlos en la misma caja donde guardaba mis sueños y llevarlos conmigo para siempre.
|
«Querer» era una palabra extraña. ¿Qué narices era aquello de «querer»? Todo el mundo tenía su propia opinión sobre lo que significaba; era difícil saber cómo usarla.
|
El corazón me palpitó con fuerza. Otra vez. Y otra más. Ni el mundo se vino abajo ni las piernas me flaquearon, pero aquella sensación que no había dejado de crecer en intensidad a lo largo del día se expandió cada vez más hasta que parecía cubrir cada centímetro de mi persona, por dentro y por fuera.
|
—Si tuviera que elegir a alguien para que me ayudase a enterrar un cadáver, para que cenase conmigo o para ver la tele juntos, serías tú, siempre y en todo momento. El corazón se me ensanchó más y más y más. |
—Te quiero tantísimo, que si me partiera el tobillo durante un programa, me pondría en pie y lo acabaría para conseguirte lo que siempre has deseado. Era amor. Lo único que sentía era amor. Iba a llorar. Iba a ponerme a llorar como una gilipollas. Allí mismo. |
Que no eres la única a quien le han dicho que sus sueños no valen nada, pero la diferencia es que tú nunca has permitido que nadie te convenza de ello. No has dejado que nadie te obligue a hacer algo que no querías (...)
|
No me tocó. No le hacía falta. Sabía que estaba ahí y él sabía que lo sabía. Esa era la cuestión: nos entendíamos. Conocíamos el alcance y la profundidad de nuestra confianza y nuestra lealtad. Y eso significaba mucho más de lo que jamás transmitirían unas palabras vacías.
|
Lo quería. No tenía la más remota idea de qué diantres había sucedido ni cómo, pero en ese momento lo quería tanto que podría haberme explotado el corazón.
|
El problema de detestar las mentiras era que, cuando querías decir una, dolía como un demonio cogerla, sostenerla entre las manos y decidir qué hacer con ella…, a sabiendas de que en cualquier caso iba a hacer daño.
|
¿Por que decidió irse al internado Miles?