De Lukov, con amor de Mariana Zapata
El corazón me palpitó con fuerza. Otra vez. Y otra más. Ni el mundo se vino abajo ni las piernas me flaquearon, pero aquella sensación que no había dejado de crecer en intensidad a lo largo del día se expandió cada vez más hasta que parecía cubrir cada centímetro de mi persona, por dentro y por fuera.
|