Los mejores cuentos de Oscar Wilde

Y mi alma me impide realizar mi deseo. Dime cómo puedo deshacerme de mi alma, pues, en verdad, no la necesito. ¿De qué me sirve mi alma? No puedo verla. No puedo tocarla. No la conozco.

-¡Mira! Ya te he tentado con el mal, y te he tentado con el bien, y tu amor es más fuerte que yo. Por eso no volveré a tentarte, sino que te ruego que me dejes entrar en tu corazón, para que esté unida a ti, igual que antes.
-Sí, puedes entrar -dijo el joven Pescador-, porque en los días que recorriste el mundo sin un corazón, has debido sufrir mucho.
-¡Ay! -exclamó su Alma-, no encuentro sitio por donde entrar, tan rodeado está este corazón tuyo por el amor.

En la guerra los fuertes hacen esclavos a los débiles, y en la paz, los ricos hacen esclavos a los pobres.

No hay trabajo tan delicioso como el que se hace por otro.

La generosidad es la esencia de la amistad.

La amistad no olvida nunca. Eso es lo que tiene de admirable.

Los amigos verdaderos lo comparten todo entre sí.

Seguramente el amor es una buena cosa; pero la amistad vale más. Le aseguro que no conozco en el mundo nada más noble o más raro que una fiel amistad.

No podréis ir nunca con la buena sociedad si no aprendéis a meter la cabeza.