La hierba roja

- Cuando veo una mujer que me gusta-dijo Wolf, jamás se me ocurrirá decírselo. Puesto que considero que si yo la deseo ,alguien debe de haberla deseado antes que yo... y me horroriza pensar que que podría ocupar el lugar de alguien que, sin duda , es tan amable como yo.

- Ten en cuenta- dijo Wolf-que hay dos maneras de no desear nada: tener todo lo que se quería o estar desanimado porque no se ha conseguido.

Es más dificil aprender a boxear que aprender matemáticas. Si,no habría en las escuelas muchas mas clases de boxeo que de aritmética.

Y más nos valdría aprender a hacer el amor correctamente que devanarnos los sesos delante de un libro de historia.

Sabe usted, a mí el catecismo apenas me rozó... tal como fui educado, era imposible que creyera. Todo se reducía una formalidad necesaria para conseguir un reloj de oro y no tener dificultades para casarse.

La religión y el music hall son casi lo mismo.

-Todo lo que no sea un color, un perfume o una música- dijo contando con los dedos- es una niñería.
-¿Y una mujer?- protestó Lil-. ¡La propia mujer?
-Una mujer no, lógicamente- dijo Wolf-, porque, como mínimo, es las tres cosas a la vez.

Me da lo mismo ser guapa que ser fea -dijo Folavril-. Lo único que quiero es gustar a la gente que me interesa.