El odio que das

Espero que ninguna de ellas me pregunte sobre mis vacaciones. Fueron a Taipéi, a Las Bahamas, al Mundo Mágico de Harry Potter. Yo me quedé en el barrio y vi a un policía matar a mi amigo.

Ryan, es el único otro chico negro en undécimo grado, y todos se imaginan que él y yo estamos juntos. Porque parece ser que cuando sólo hay dos de nosotros, tenemos que hacer algún tipo de tontería tipo Arca de Noé y formar pareja para conservar la negrura en nuestra aula. Últimamente estoy muy atenta a mierdas como ésa.

Odio vestirme como todos los demás, pero El príncipe del rap me enseñó algo. Verán, Will siempre usaba la chamarra del uniforme escolar al revés para ser diferente. Yo no puedo ponerme el uniforme al revés, pero puedo asegurarme de que mi calzado sea genial y que mi mochila siempre combine con él.

Esto podrá sonar cruel, pero que Khalil ya no esté vivo no quiere decir que tú tengas que dejar de vivir. ¿Lo entiendes, nena?

Decir adiós duele más cuando la otra persona ya se fue. Lo imagino parado junto a mi ventanilla, y sonrío por él: Adiós, corazón de arroz.

Juro que quiero insultar a Khalil. ¿Cómo podía vender la misma porquería que le arrebató a su madre? ¿Se daba cuenta de que estaba quitándole a su mamá a otro como él?
¿Se daba cuenta de que se si se volvía un hashtag, algunas personas lo verían tan sólo como un vendedor de drogas?
Él era mucho más que eso.

Se marchó y se hizo grande.

[...]la gente como nosotros en situaciones como ésta se convierte en un hashtag, pero rara vez obtiene justicia.

Un poco de frío nunca ha matado a nadie. Qué mentira más mala.

—Ya sabes cómo son las cosas —dice papá—. La policía dispara primero y pregunta después.