Vuelve conmigo

No soy inmune. Ni un poquito. No lo era antes de irme y no lo soy ahora. Trato de serlo y... fallo miserablemente.

Y la vida es eso. No importa que estés de bajón o con el ánimo por los suelos, tienes que subirte a la ola y seguir adelante.

-¿Te acuerdas de aquellas Navidades en las que me dijiste que el amor verdadero debería ser como un cielo despejado?
—Sí —digo sin apenas voz contra su cuello, el corazón latiéndome a lo bestia.
—¿Y eres consciente de que siempre te llamo «cielo»?
Mi "sí" es un jadeo. Se echa hacia atrás y me mira a los ojos. Y yo me deshago.

No quiero que me devuelva mi corazón. Quiero que me entregue el suyo.