Querido monstruo

Este pequeño gran libro lo leí por primera vez en quinto de primaria. Recuerdo que mi profesora Elisa lo propuso como lectura y cada viernes los alumnos, dispuestos en forma de "U" en sus mesas, leíamos unas pocas páginas al final de la clase. El librito era suyo, uno de los tantos que tenía de literatura infantil y que guardaba con mimo. Realmente era una profesora que amaba la educación y sabía de la importancia de la lectura inclusiva a edades tempranas.
Me había gustado tanto que mi madre me lo compró a los pocos meses y pedí el resto de los libros de esa colección como regalo de reyes. Los mantengo todos con mucho cariño y con la misma ilusión con la que aquella profesora nos transmitió el valor de las letras para comprender mejor el mundo y la necesidad de mejorarlo.

La historia se centra en Ar, y solo sabemos de él que tiene doce años y que hasta hace poco vivía con su abuela en una casa donde siempre han estado prohibidos los espejos. Tras la muerte de su abuela, Ar puede por fin mirarse por primera vez en el único espejo que le ha dejado, y en ese momento entiende por qué siempre se ha sentido diferente. A partir de aquí intentará conocer sus orígenes e incluso se planteará volver a ese mundo al que alguna vez perteneció porque, ¿puede quedarse en un sitio donde parece que no encaja?

Este libro habla del respeto a las diferencias, a lo que se sale de lo común y conocido, habla de tolerancia, de un sistema de valores basado en la solidaridad y el amor.
Los niños y las niñas necesitan crecer leyendo estas historias, necesitan comprender que todo a nuestro alrededor requiere cuidados y que lo único monstruoso es no dejar ser en libertad.
Sin duda fui afortunada de tener a una profesora que mirase por la integración y la infancia.