¡Hay algo en ti y en mí que el otro tiene que ver! Si nos acercamos demasiado, se desenfocará y no lo veremos.
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¡Hay algo en ti y en mí que el otro tiene que ver! Si nos acercamos demasiado, se desenfocará y no lo veremos.
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Había un interés ahí que me pregunto si he sentido yo alguna vez, el interés de un espectador que no radica en la aprobación o la desaprobación. A ella le gusta ver a Annabel actuar. A mí me gusta ver a Tom actuar como es de bido. En aquel momento parecían ope rar causa y efecto: si hubiese esperado más de Annabel, Annabel se habría com portado mejor. Pero ahora, aunque lo sé, siento envidia de su placer, como envi dias a un amigo que crees que ya no tiene edad para amoríos y se enamora de nuevo, o prueba un licor delicioso y extraño que no está al alcance de tu bolsillo.
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Pero nos recostamos en el asiento y nos miramos fijamente el uno al otro, porque de pronto la vida de nuestro pe queño, que habíamos visto siempre como anidada en las nuestras, parte in cluso, de algún modo, de lo que había mos hecho y visto antes de él, se nos apa rece como debe de aparecérsele a él, vasta, completa.
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Tengo tiempo de sobra para plantearme hasta qué punto la paternidad me ha convertido en un actor, y uno bueno. Como cualquier otro papel, me ha permitido explorar y ex presar sentimientos nuevos, y cuando me preparo para uno de esos momentos dramáticos de la paternidad, como ahora, tengo siempre la sensación de derrapar.
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"Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo" ¿El personaje de qué libro está hablando?