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Las mejores frases de Caricias de hielo (3)

Tinuwel
Tinuwel 22 December 2017
—¿Si nunca he deseado lamer a una mujer de arriba abajo?
Brenna soltó un grito, luego se giró hacia él apoyando las manos sobre la encimera que tenía a su espalda.
—Yo no lo habría dicho de ese modo —repuso en un tono más alto de lo normal—, pero sí.
—A ti —dijo con voz queda, incapaz de seguir mintiendo—. Tú me tientas.
—Ah. —Sus pechos se elevaron cuando tomó una profunda y temblorosa bocanada de aire—. Nunca has dejado entrever nada.
Sí, claro que lo había hecho. Si llegaba a percatarse de la forma en que la mirada cuando no se daba cuenta, no tendría dudas con respecto a la intensidad de su inadmisible reacción a ella.
—Porque carece de importancia —le dijo—. No cambia nada.
—Mentiroso. —Le miró sin inmutarse—. Otros psi no sienten deseo.
—Es una grave fractura en mi condicionamiento —reconoció ante ella y ante sí mismo—. Una fractura que pretendo reparar.
Lo que no podía entender era por qué había vuelto a aparecer tan pronto después de la reparación que había llevado a cabo tan solo el día anterior. Debería haber sido inmune a la dulce seducción del cuerpo de Brenna.
—Y luego, ¿qué? ¿Te olvidas de la tentación?
—Sí.
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Tinuwel
Tinuwel 22 December 2017
Durante varios minutos lo único que se escuchó fue el susurro del viento entre los árboles, y para Judd, solo el sonido regular de la respiración de Brenna. Ella era algo que no había esperado encontrar y que sin duda no merecía. No podía darle nada de lo que necesitaba, pero su negro corazón comenzaba a comprender que dejarla marchar podría no ser una opción.
Brenna había despertado algo primitivo dentro de él, algo desesperado y violento que nacía no de la ira, sino de la pasión. El sudor resbalaba por su espalda mientras luchaba contra las crecientes acometidas de la disonancia, que se hacía más fuerte con cada confesión, con cada caricia. Y no le importaba lo más mínimo. Una parte de él deseaba olvidar por qué la disonancia había arraigado con tanta fuerza en su psique, olvidar lo que sucedería si rompía las cadenas del condicionamiento.
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Tinuwel
Tinuwel 22 December 2017
Judd estaba a punto de besarla, cuando ella se zafó.
—¿Quieres un beso? Ven a por él —le dijo. Una provocación, una invitación, el juego de dos amantes.
Judd nunca había jugado demasiado, aunque tenía la impresión de que aquello estaba a punto de cambiar.
—Deberías saber que no se debe desafiar a una Flecha.
—Eres un charlatán, Judd Lauren. —Se marchó con tanta rapidez que fue como un borrón.
Mientras sentía que el pulso se le aceleraba, Judd corrió tras ella. Conseguiría ese beso... y más. Utilizando el vínculo que los unía, le envió imágenes explícitas del premio que pretendía reclamar.
—No es justo —respondió Brenna, jadeante—. Ahora estoy cachonda y húmeda.
Judd se tropezó.
—Lo has hecho a propósito.
—De eso nada. Si hubiera querido tomarte el pelo, te habría contado mi fantasía de tenerte a mi merced. Aquello intrigó a Judd.
—¿Y qué harías conmigo?
—Esto.
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