—¿Si nunca he deseado lamer a una mujer de arriba abajo? Brenna soltó un grito, luego se giró hacia él apoyando las manos sobre la encimera que tenía a su espalda. —Yo no lo habría dicho de ese modo —repuso en un tono más alto de lo normal—, pero sí. —A ti —dijo con voz queda, incapaz de seguir mintiendo—. Tú me tientas. —Ah. —Sus pechos se elevaron cuando tomó una profunda y temblorosa bocanada de aire—. Nunca has dejado entrever nada. Sí, claro que lo había hecho. Si llegaba a percatarse de la forma en que la mirada cuando no se daba cuenta, no tendría dudas con respecto a la intensidad de su inadmisible reacción a ella. —Porque carece de importancia —le dijo—. No cambia nada. —Mentiroso. —Le miró sin inmutarse—. Otros psi no sienten deseo. —Es una grave fractura en mi condicionamiento —reconoció ante ella y ante sí mismo—. Una fractura que pretendo reparar. Lo que no podía entender era por qué había vuelto a aparecer tan pronto después de la reparación que había llevado a cabo tan solo el día anterior. Debería haber sido inmune a la dulce seducción del cuerpo de Brenna. —Y luego, ¿qué? ¿Te olvidas de la tentación? —Sí. + Leer más |