Caricias de hielo de Nalini Singh
Durante varios minutos lo único que se escuchó fue el susurro del viento entre los árboles, y para Judd, solo el sonido regular de la respiración de Brenna. Ella era algo que no había esperado encontrar y que sin duda no merecía. No podía darle nada de lo que necesitaba, pero su negro corazón comenzaba a comprender que dejarla marchar podría no ser una opción. Brenna había despertado algo primitivo dentro de él, algo desesperado y violento que nacía no de la ira, sino de la pasión. El sudor resbalaba por su espalda mientras luchaba contra las crecientes acometidas de la disonancia, que se hacía más fuerte con cada confesión, con cada caricia. Y no le importaba lo más mínimo. Una parte de él deseaba olvidar por qué la disonancia había arraigado con tanta fuerza en su psique, olvidar lo que sucedería si rompía las cadenas del condicionamiento. |