Ya no quedan anarquistas suspiró el inspector. El último había muerto en Un hermoso anciano de larga barba blanca que siempre vistió el mameluco de obrero y se veía como un hermano gemelo de León Tolstoi. Se llamó Clotario Blest, un anarcosindicalista pacifista, vegetariano, macrobiótico, ecologista cuando nadie sabía el significado de la palabra, fundador de la Central Única de Trabajadores, la mayor y mejor organizada central sindical de América Latina. El inspector Crespo recordó haberlo visto durante las manifestaciones contra la dictadura, siempre en primera fila, o exigiendo que le dijeran dónde estaban los miles de hombres y mujeres desaparecidos, siempre en primera fila, arrastrado por policías fornidos que no hacían más que acrecentar la fortaleza emanada de su cuerpo débil. Siempre en primera fila. Clotario Blest ya no estaba, tampoco la CUT. Eran parte del inventario de pérdidas.