Las mujeres mapuches lucían con orgullo las arrugas, porque sostenían que el rostro era el único mapa fiable, pues los territorios que enseña existen realmente
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Las mujeres mapuches lucían con orgullo las arrugas, porque sostenían que el rostro era el único mapa fiable, pues los territorios que enseña existen realmente
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¿Sabe que tengo una teoría acerca de los Mapuches? - No es el único, Rosseau, Levi-Strauss y Todorov también las tenían. Son muchos los que intentan decirnos como somos |
Detesto hablar como viejo sabio, porque, los viejos sabios, si lo son de verdad, no dan consejos, se limitan a observar desde la Atalaya de la edad
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Es el propio personaje quien impone su sentido del pudor, a la hora de desnudarse psicológicamente. Y obliga al autor a ceñirse a las reglas del género. Los personajes conducen la imaginación por medio del diálogo.
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Era verano, el cielo se mostraba azul y diáfano en los cuatro puntos cardinales, y el aire puro de la Patagonia olía a las mil hierbas que allí crecen.
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-Mala cosa, ¿verdad, jefe? -Muy mala. Fui tu instructor en la escuela de investigaciones y siempre te hablé claro. Te dije que ser mapuche en este país de mierda era tan malo como ser negro en Alabama. Te escogí para el servicio rural creyendo que así te evitaba líos en la ciudad, y te repetí hasta el cansancio que nunca, nunca, nunca, te crearas problemas con los milicos. Ellos se creen los dueños de la cancha, de la pelota y del árbitro. Y por desgracia es así. |
Antes de despedirnos, aquel detective mapuche me preguntó cómo era la ciudad donde yo, a sazón vivía. Supongo que le hice una descripción desganada y arbitraria de París, que escuchó entre ligeros gestos de asentimiento. A mi pregunta acerca de dónde vivía él, respondió que detestaba las ciudades.
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El tiempo tiene mil voces, y la mayoría son crueles
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¿Cuál es el órgano que trasplantan a Cora?