Ya no me quejo más: tuvo que señalárseme este final para que ningún vencedor de Hércules le sobreviviera
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Ya no me quejo más: tuvo que señalárseme este final para que ningún vencedor de Hércules le sobreviviera
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Mayor ha sido el dolor de la desdichada que el daño que produjo. También de eso querrías tú rebajarle algo
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¡Oh, querida Mégara! ¿Tú eras mi esposa cuando yo estaba loco? Dadme la maza y el arco. Que se ensucie mi diestra, voy a echar una mancha sobre mis glorias; que se difunda que el último trabajo de Hércules ha sido una mujer
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Ahora tengo realmente necesidad de una madrastra encolerizada. ¿Ahora se apaga tu resentimiento? ¿Ahora dejas tus odios? Te muestras benevolente cuando mi deseo es morir…
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Como te considero mi verdadero padre, he respetado el cielo. Bien seas cruel, padre, bien misericordioso, tiéndele tu mano a este hijo, apresúrate a matarlo y alcanza tú esa gloria antes que nadie
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¿De dónde viene este llanto? ¿De dónde las lágrimas que caen sobre estas mejillas? Mis ojos, antaño invencibles y nunca acostumbrados a ofrecer lágrimas a sus desgracias, ¡qué vergüenza!, ya han aprendido a llorar.
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¿Qué rostro tienes? Concédeme al menos saber de qué mal perezco. Cualquier peste que seas o cualquier fiera, cara a cara temerías.
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Si los inflexibles hados han querido que yo caiga a manos de una mujer y si mi muerte ha sido hilada por tan vergonzosas ruecas, bien hubiese podido sucumbir, ¡ay de mí!, al odio de Juno: caería a manos de una mujer, pero de una que posee el cielo. Si eso, dioses de allá arriba, era demasiado, podía haber dominado mis fuerzas una amazona nacida bajo el cielo escita.
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Sin enemigo, soy vencido y, cosa que me atormenta aún más (¡oh, coraje malogrado!), el último día del Alcida no postra en tierra a ningún monstruo; no empleo, ¡ay de mí!, mi vida en ninguna hazaña
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¡Oh, desdichado amor de hijo!: si impides que muera tu madre, eres un criminal para con tu padre; si la dejas morir, tu falta entonces es contra tu madre
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Cuantos eran en la Comunidad del Anillo?