A la vida. A la magia misma. El primer y último elemento, el que se encontraba en todos lados y no pertenecía a nadie.
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A la vida. A la magia misma. El primer y último elemento, el que se encontraba en todos lados y no pertenecía a nadie.
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-Sabes que no tengo opción. -Crea una.-El olor metálico de la sangre llenó la boca y la nariz de Kell. Le falló la vista otra vez. Un brazo cedió a su peso. |
Gris, para la ciudad sin magia. Rojo, para el imperio próspero. Blanco, para el mundo hambriento. |
La magia básica podía hablar cualquier lengua, pero la magia antari —la magia auténtica, la magia de sangre— hablaba una y solo una.
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"Lo que tiene la magia es que corroe a los obstinados y a los de voluntad débil, y uno de los mundos no pudo contenerse. La gente se alimentó de la magia y la magia se alimentó de ellos, hasta que devoró sus cuerpos y sus mentes, y luego sus almas."
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Prefiero morir en una aventura que quedarme quieta.
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—El amor no nos evita morir de frío, Kell —continuó ella— o de hambre, o que nos acuchillen por las monedas que llevamos en el bolsillo. El amor no nos compra nada, así que alégrate por lo que tienes y por aquellos que tienes, porque quizá quieras cosas, pero no necesitas nada.
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Quizá nunca debió haber robado la maldita piedra, pero incluso aquí y ahora, enfrentando la muerte en la forma de una reina pálida, no lo lamentaba. Había querido libertad. Había querido aventuras. Y no creía que le importara morir por ello. Solo deseaba que morir no doliera tanto.
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Había algo más en esa magia –no un olor, pero de todos modos una sensación– algo filoso, como ira, como odio. Una ferocidad que no se veía en las líneas del rostro de Holland. No, su cara estaba asombrosamente calmada. Terroríficametre calmada.
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-No voy a morir, no hasta haberlo visto. -¿Ver el qué? -Todo. |
¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?