Aquella orilla nuestra

Somos diferentes de una manera necesaria: sólo mi mano derecha cabe en tu mano izquierda.

Es una suerte que tus lágrimas coincidan con mi sed.

A través de la palabra, que te voy a echar de menos toda la vida.

Me di de bruces contra la felicidad y la herida ocupa ahora toda mi vida.

Sólo le pido al silencio todo el ruido que una vida sin ti no me puede dar.

Hacerse mayor es darse cuenta de que nadie tiene el deber de cargar con tu tristeza. Sobrevivir es ir creyendo que sí.

"Actúo así ante los miedos: los aceptó para restarles importancia. Los hago míos para que no me sorprendan. Sin embargo, ahora tengo temores minúsculos que acarician mi espalda cada vez que me levanto, que no me sueltan los dedos, que me reclamas mi atención cuando acaban mi sonrisa. Así que dime tú qué es peor: morir de miedo vivir con él"

"Cada despedida me envejece una vida, me forma surcos en los dedos y me empuja hacia los dos lados en un vaivén que trato de ignorar. Cada despedida también, me dibuja un nuevo sol, un sol distinto, armado de nuevo, capaz encontrar luz entre todos mis años. Las despedidas son una salida y aprendido no tenerles miedo, a no evitarlas"

Hay quien deja huella

y hay quien marca el camino.

A tu lado, las estrellas fugaces son eternas.