Hay momentos en los que odio a la gente que se ríe, a la gente que se ríe en un mundo en el que tú ya no estás. Al rato se me pasa e intento reírme con ellos porque es mi manera de cuidar a quien me cuida, y entonces sólo odio que no estés. Después, me preguntan cómo lo llevo y se me quiebra el cuerpo entero: es como si estuviera agarrada a una ola muy fuerte a la que me agarro todavía más fuerte para que no me lleve. Y no me lleva. Pero acabo empapada.
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