Qué pena que olvidé que podías morirte, que podía perderte. Si hubiera sido consciente, te habría querido no más, pero mejor.
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Qué pena que olvidé que podías morirte, que podía perderte. Si hubiera sido consciente, te habría querido no más, pero mejor.
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A menudo mimamos a los hombres como si fueran niños y mantenemos un cuidado exquisito para no herir su orgullo, su autoestima, su frágil vanidad.
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La culpabilidad es una emoción tradicionalmente femenina.
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Honrar a los padres, pues: qué tremendo mandato, qué obligación subterránea y a menudo inconsciente, qué trampa del destino.
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En el origen de la creatividad está el sufrimiento, el propio y el ajeno. El verdadero dolor es inefable, nos deja sordos y mudos, está más allá de toda descripción y todo consuelo. El verdadero dolor es una ballena demasiado grande para poder ser arponeada. Y sin embargo, y a pesar de ello, los escritores nos empeñamos en poner #Palabras en la nada. Arrojamos #Palabras como quien arroja piedrecitas a un pozo radiactivo hasta cegarlo.
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Los humanos no sabemos qué hacer con la muerte. Grande impensable inmanejable cruel horrible. Así que, como no sabe qué hacer, hemos fabricado túmulos, dólmenes, necrópolis megalíticas, mastabas, pirámides, sarcófagos, panteones, tumbas colectivas, tumbas individuales, sepulcros, monumentos memoriales, lápidas, criptas, nichos, osarios, solemnes cementerios. El tiempo, el dinero, el esfuerzo y el espacio invertidos en construir para los muertos hubiera podido mejorar bastante la vida de los vivos.
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Los humanos nos defendemos del dolor sin sentido adornándolo con la sensatez de la belleza. Aplastamos carbones con las manos desnudas y a veces conseguimos que parezcan diamantes.
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Crecemos con el poderoso mensaje de nuestros progenitores calentándonos la cabeza y a menudo terminamos creyendo que sus deseos son nuestros deseos y que somos responsables de sus carencias.
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El caso es que la gente hermosa tiende a parecernos más inteligente, más sensible, más simpática, más honesta, más más y todo de todo.
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Para vivir tenemos que narrarnos; somos un producto de nuestra imaginación. Nuestra memoria en realidad es un invento, un cuento que vamos reescribiendo cada día.
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?