—Hola, Evelyn, ¿a dónde vas tan apurada? —preguntó la ninfa de la laguna.
—Voy al bosque. Conseguí telas muy lindas para Tania y quiero dárselas lo antes posible —contestó sin perder ni un instante más en esperar a que la ninfa le volviera a interrogar.
De inmediato cruzó el portal y se encontró volando sobre el Bosque Encantado y, sin escalas en ningún lugar, fue directo a la casa de su mejor amiga.
—¡Tania, mira lo que te traje! —le gritó emocionada desde el aire antes de pisar el suelo—. ¡Telas, y muy bellas! —frenó frente a la casa y fue sacando de su bolso cada una—. Con estas puedes hacer hermosos vestidos, y donde encontré estas hay una caja enorme con muchísimas más.
—Gracias, Evelyn, eres una muy buena amiga.
En ese momento, Evv notó la túnica que estaba sobre la mesa.
—¿Esta la hiciste con la tela que te traje hace unos días?
—Sí, la terminé hoy. Mañana la llevaré a vender al mercado, porque la reina irá y seguramente su dama se la compre; estoy muy emocionada, espero que le guste.
—No lo dudo, eres una artesana maravillosa, además de muy prolija y meticulosa. Se enamorará de ella en cuanto la vea. Ya puedo ver a la reina usándola en la víspera de Todos los Santos.
—¡Sí! Espero que le guste —decía, mientras para sí repetía su sueño anhelado de que la reina la convirtiera en un hada. “Tania, eso no pasará, ya te lo he dicho”: esas palabras resonaban en su cabeza y ella intentaba bloquearlas.
—Tienes muchos dones maravillosos, solo que no te das cuenta. Mira las hermosas prendas que coses. ¡Eso también es magia! —exclamó Evelyn.
Tania desea tanto ser un hada. Sabe que va a encontrar la forma de obtener su tan ansiado deseo, y hará lo que sea para conseguirlo
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