Una mujer que, por sus gestos y sus entonaciones de voz, tan semejantes a los que yo viera en otras damas; se me representaba, sin querer, como a una muchacha de buena familia, que ya no era de ninguna familia
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Una mujer que, por sus gestos y sus entonaciones de voz, tan semejantes a los que yo viera en otras damas; se me representaba, sin querer, como a una muchacha de buena familia, que ya no era de ninguna familia
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Pero como en ninguno de aquellos grabados, por gustosamente que los ejecutara mi memoria, pude poner lo que ya tenía perdido hacía tanto tiempo, es decir, el sentimiento que nos mueve, no a mirar una cosa como un espectáculo, sino a creer en ella como en un ser sin equivalente, ninguna de ellas señorea una parte tan honda de mi vida como el recuerdo de aquellos aspectos del campanario de Combray en las calles de detrás de la iglesia
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Mi pena no fue ya considerada como una falta punible, sino como un mal involuntario que acababa de tener reconocimiento oficial, como un estado nervioso del que yo no tenía la culpa
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Lo que a mí me parece mal en los periódicos es que soliciten todos los días nuestra atención para cosas insignificantes, mientras que los libros que contienen cosas esenciales no los leemos más que tres o cuatro veces en toda nuestra vida
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Nuestra personalidad social es una creación del pensamiento de los demás
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Me sirvió de refugio mucho tiempo, sin duda por ser el único donde podía encerrarme con llave, para aquellas de mis ocupaciones que exigían una soledad inviolable: la lectura, el ensueño, el llanto y la voluptuosidad
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Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba. Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero, mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal.
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Siempre les faltará la fascinación que les viene de esa misma memoria y que no pueden ser percibidos por los sentidos. La realidad que había conocido ya no existía. Bastaba que Mme. Swann no llegase idéntica y en el mismo instante para que la Avenida fuese otra.
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¡Qué horror!, me decía : ¿cómo es posible que encuentren en estos automóviles la elegancia delos antiguos troncos de caballos?
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En cuanto a Swann, en mi intento de parecerme a él, me pasaba todo el tiempo que estábamos en la mesa estirándome la nariz y restregándome los ojos. Me habría gustado sobre todo ser tan calvo como Swann.
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises