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Pedro Salinas (Traductor)
ISBN : 8420652725
Editorial: Alianza (16/05/2011)

Calificación promedio : 4/5 (sobre 24 calificaciones)
Resumen:
Marcel, joven hipersensible perteneciente a una familia burguesa de París de principios del siglo XX, quiere ser escritor. Sin embargo, las tentaciones mundanas le desvían de su primer objetivo; atraído por el brillo de la aristocracia o de los lugares de veraneo de moda (como Balbec, ciudad imaginaria de la costa normanda), crece a la vez que descubre el mundo, el amor, y la existencia de la homosexualidad
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Críticas, Reseñas y Opiniones (9) Ver más Añadir una crítica
Ros
 29 December 2022
Una relectura, y en este caso completa, pues a pesar de haberla leído hace ya muchísimo tiempo y cada uno de los tomos, en esta ocasión, lo hice para mi club de lectura , sin embargo, puede que sea la cuarta o la quinta lectura, ya que siempre tengo el libro cerca porque me gusta releer, subrayar y anotar en él mis sugerencias. Claro, está destrozado y tan señalado…

Pero tengo otro que estimo y guardo. Es el primero y el que más he manejado, aunque los demás también están absolutamente marcados y anotados. Son absolutamente imprescnidibles en mi vida lectora.

Esta reseña la hice hace ya un tiempo y la retomo y presento aquí porque, al ser una lectura que me gusta tanto, deseo compartirla con más lectores y esta es la ocasión.

Una obra escrita a principios del siglo XX, por un autor absolutamente desconocido y alzado al lugar donde solo hay morada para los mejores, tras la publicación del segundo volumen de su monumental obra “En busca del tiempo perdido”.

La novela tiene un marcado carácter autobiográfico, que se envuelve y ordena a expensas del ensueño y la rememoración de un joven, que nos reunirá para explicarnos su mundo y su vida en él.

Viene precedida por una anticipación decididamente notable y decisiva, Proust nace y es amamantado con la dulcísima y nutricia leche que emana de los pechos de la burguesía, con una envidiable posición económica y social.

Este pues, será el retrato primigenio e imprescindible de familia para que pueda hacerse efectiva, promoverse y proyectarse la vida literaria de Proust.

El azar y lo que el autor dio en llamar, en múltiples ocasiones, memoria involuntaria, será el motivo fundacional que trazó la trayectoria, cuya punta de flecha dio en pleno blanco, creando en nuestro autor la imperiosa necesidad vital de convertirse en escritor.

Tratamos la obra de un hombre enfermizo, sensible, tierno, dependiente, egocéntrico e hipocondríaco, cuya novela reflejará convenientemente las limitaciones a las que su carácter le enfrentaban.

Marcel Proust, aquejado de un asma con pronóstico grave, estuvo confinado desde niño en una imposibilidad persistente para llegar a vivir una vida físicamente plena.

El carácter, el asma y sus múltiples limitaciones emocionales se mostraban cada día más insidiosas, agotando sus fuerzas, que lo dejaban completamente extenuado tras sufrir un ataque.

Quizá aquel día, que ni siquiera tuvo que ser el peor entre tantos otros, fue el que dictó su futuro. Hizo tapizar las paredes de su cuarto con láminas de corcho para darse un mayor aislamiento y facilitarse una concentración extra que acompañara mejor su tarea de escribir, así, desde la lejanía con el mundo exterior y cercando su mundo interior, Proust escribió su obra universal “En busca del tiempo perdido.”

Esta primera parte quiere y no hace más que reflejar, completar y hacer entender mejor aquello que acontece en “Por el camino de Swann” .

Recuerda, saca, rescata del oscuro mundo de las telarañas una taza humeante en la que se han infusionado unas hierbas, un dulce en forma de magdalena con el que mojar el líquido, un olor perfumado, un recuerdo lejano de lo mismo que se hace fuerte, que insiste y persiste en ocupar los intersticios del alma, que claman por hacerse letra, palabra, frase, novela.

El color va ganando al negro, las telarañas que atan los recuerdos arden como finísima gasa. El recuerdo ya es puro presente, la novela inicia su andadura.

Es capaz de mostrarnos sin ningún atisbo de pudor la dependencia enfermiza y celosa que siente por su madre, dependencia que su padre intentará reprimir y corregir infructuosamente.

Proust es todavía un niño cuando reconoce en su inmenso dolor, el de otro ser. El joven Proust se iguala en su pena con el hombre Swann.

Proust ama, necesita y siente celos de todo lo que pueda apartarle de su madre, siempre necesita más.

Swann siente ese mismo nudo, esa misma inquietud, esa profundísima tristeza, esos celos capaces de convertirlo en un pobre ser taimado, dependiente y perdido para sí mismo.

Esta será la consecuencia del amor que siente por Odette de Crécy, la puede perseguir hasta el infinito sin presentir ni dase cuenta, de que él es el infinito donde ella le esperará mucho más tarde.

Swann, una figura singular que ocupará un amplísimo espacio en la obra, es un hombre que posee la llave que abre los salones, las puertas de las casas de los nobles, de los aristócratas y de los solo ricos, es un hombre mundano y calavera, despreocupado y vividor que reconoce y dice “y pensar que he perdido los mejores años de mi vida y que he deseado incluso la muerte y todo por una mujer que no me gustaba y que ni siquiera era mi tipo,” esta será Odette de Crécy .

Está repleta de personajes que se van a negar a recibir el apelativo de contingentes porque sienten que son necesarios, como la madre, el padre, Odette, Albertine, Gilberta, Charlus, Francisca, Duquesa y Duque de Guermantes, el grupo de los Verdurin, tía Leoncia y tantos otros.

Una novela rebosante de esplendor y de belleza de un modo continuado, no deja escapar la posibilidad de tomar la excelencia de la palabra, en ningún momento parece negarse a que la hermosura más exultante desaparezca.

Repleta de frases largas, sin puntuación, que a veces nos cuesta no llegar a sentir una ligera sensación de anoxia, El libro recoge letras, con ellas va organizando palabras para concluir frases que nos acercan al azul, al amarillo, al rojo, que se mezclarán para dar el atinado color poético que se imprime en esta obra.

Nos propone una enseñanza y un placer que persisten inmaculados y traspasando el paso del tiempo con extraordinaria solvencia y reconocimiento intelectual.

Leer a Proust es querer más Proust. Sin ninguna duda, siempre está, y estará muy presente. Una experiencia lectora inigualable.


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AGamarra
 30 March 2021
"Los lugares que hemos conocido sólo pertenecen al mundo del espacio donde, para mayor facilidad, los situamos. No eran más que una delgada franja en medio de impresiones contiguas que formaban nuestra vida de entonces; el recuerdo de una cierta imagen no es más que la nostalgia de un cierto instante; y las casas, los caminos, los paseos, son fugaces, ¡ay!, como los años"

Leí esta obra lamentablemente pensando que sería difícil pero muy ordenada al estilo del siglo XIX y cuando empecé a pasar las páginas me di cuenta que el estilo es muuuuuy diferente al de los escritores del XIX. Estamos, desde luego, ante algo totalmente diferente, ante una manera diferente de contar cosas, quizás muy propio del siglo XX. Pero yo apenas he leído algunos libros literarios de ese siglo y por eso me chocó bastante (vaya ni siquiera he leído más de 1 libro de Vargas Llosa que sé que encanta muchas veces saltar en los tiempos algo que no me gusta).
Es así mismo uno de los libros más difíciles que he leído, por lo menos en su primera parte, el único que lo iguala es "Guerra y Paz" de Tolstoi pero creo que me aburrí un poco más con este de Proust.
El libro se divide en tres partes bastante irregulares incluso en estilo y tamaño: la primera parte es "Combray", la segunda "Un amor de Swann" y la tercera "Nombres de países".
Ahora por fin entiendo por qué "Un amor de Swann" es publicado por algunas editoriales francesas como un libro aparte. La primera parte es súper súper lírica e introspectiva. Demasiado para mí, no es una historia la que se cuenta sino las sensaciones que experimentó Marcel mayormente en su propia infancia. Me gustó mucho algunas escenas tan íntimas y tan peculiares de la vida del niño, que lamentablemente era muy enfermizo, de cómo sentía mucha pena cuando su mamá no se quedaba con él y sufría cuando venía el Sr. Swann (gran personaje de toda la novela) a visitar a sus padres pues sabía que su madre no pasaría el tiempo con él. A pesar de todo aquí se cuenta mucho, las desventuras de un niño, la incomprensión de los adultos de las motivaciones de los hijos, la sorpresa y la curiosidad por conocer una mujer adulta.
Lo otro en cambio está lleno de los pensamientos del niño sobre todo, sobre absolutamente todo lo que transcurre en pequeños episodios. Si está pasando algo con su mamá no se detiene en la acción ni ya sea lo que le ocasiona sino en los recuerdos que le puede traer, la sensación de angustia comparada a otro evento anterior de su vida y al estado de la naturaleza, ángulo del sol, sombras, Etc, etc. No se cuentan acciones ni motivaciones sino las sensaciones que emergen en el que cuenta o en el que vive las acciones que están pasando. Y eso para mí lo hizo bastante pesado.
Las descripciones que acompañan las sensaciones son muy primitivas, en el sentido que son descritas tal cual pueden pasar por el cerebro sin necesidad de ordenarlas o explicarlas mejor. Por ello al leer lo que Proust pone uno se puede imaginar desde el estado más natural de la consciencia lo que él experimenta, para ello usa las formas, los colores, pero no sólo ojetivamente sino en la mezcla con la percepción del yo. Tiene algunos cuadros interesantes aunque poco carentes de importancia para la trama, como éste:

"Y por la tarde, al volver de paseo, cuando ya pensaba yo en que pronto tendría que despedirme de mamá y no volver a verla, mostrábase el campanario tan suave en el acabar del día, que parecía colocado y hundido como un almohadón de terciopelo pardo, en el cielo pálido, que había cedido a su presión, ahondándose ligeramente para hacerle hueco, y refluyendo en los bordes; y los chillidos de los pájaros que revoloteaban por alrededor acrecían su silencio, daban más impulso a su aguja y lo revestían de inefable carácter"

Pero también aquellas descripciones por momentos me parecieron artificiales e incomprensibles como este par:

"A veces por el cielo de la tarde pasaba la luna blanca como una nube, furtiva, sin esplendor, semejante a una actriz que no tiene que actuar a esa hora y que, desde la sala, vestida de calle, mira un momento a sus compañeros, difuminándose, deseando que no se fijen en ella"

"(Las botellas) evocaban la imagen del frescor de un modo más delicioso e irritante que si estuvieran sobre una mesa puesta, dejándola aparecer únicamente en fuga en la perpetua aliteración entre el agua sin consistencia donde las manos no podían cogerla, y el cristal sin fluidez donde el paladar no podría disfrutarla"

Como mencioné, es un estilo diferente desde luego que asombra pero no me terminó ni por gustar ni por poder asimilarlo del todo sabiendo que enlentece y pierde bastante de la trama, pero claro, uno puede coleccionar y juntar todas esas sensaciones y pudieron haber sido descritas de otra manera mucho más sencilla. Ahí, el autor nos recuerda sus tiempos de infancia con su tía, con la criada y sobre todo con la relación de la familia con Swan. Me divirtió mucho como su familia aunque acomodada de nivel inferior al de Swann hablaban mal constantemente de Swann hasta tratar de humillarlo por momentos pero en el fondo la tía sentía admiración por él.

La segunda parte en cambio "Un amor de Swann" nos empieza a explicar (sin acabar, pues eso se ve en el segundo libro) lo que se había insinuado (hay muchas insinuaciones en la obra que te das cuenta recién al final, al medio, en cualquier parte) al inicio y retrocede al tiempo en el cual Swann siendo joven y luego de haber recorrido mucho mundo, teniendo relaciones con personajes de talla mundial y de la política francesa cae en las manos de una "Cocotte" (se llamaba así a las mujeres galantes y que tenían muchos amantes que las mantenían, sobre todo estuvieron en el tiempo del segundo imperio).

"No le había parecido carente de belleza, desde luego, pero sí de un tipo de belleza que lo dejaba indiferente, que no le inspiraba deseo alguno y que incluso llegaba a causarle una especie de repulsión física, una de esas mujeres como las que todo el mundo tiene"

Me empezó gustando mucho pues el relato aquí está muy lejos de las descripciones milimétricas pictóricas pero por momentos aburre por la trama que se da entre Swann y Odette de Crécy. Así que mientras "Combray" no me gustó porque no tenía trama "Una amor de Swann" tenía trama pero al final se me cayó un poco. Tenemos aquí la clásica historia muchas veces contada de un hombre que enamorado va cayendo en la "miseria" pero esto aderezado con una buena descripción de los salones de aquella época, de las alcahuetas, de la ruindez de algunas personas (la familia Verdurin) que se alegran de tener a alguien importante y luego de arruiarlo completamente. Interesados en el dienro, la chismosería y la importancia. Pero también está la parte "buena" en este caso representada a tarvés del gran conocimiento de Swann, sus modales finos y sus dotes de crítico literario y artístico. Swann es un hombre de mundo no sólo aristócrata sino también muy cultivado, conoce tanto arte que cada vez que ve a una personal la compara con algún cuadro.
Pero todos estos talentos parecen hundirse cuando Swann se va progresivamente enfermando si se le quiere decir y el desarrollo de los celos es algo muy bien pintado a mi parecer por Proust, vaya que he visto muchos libros hablando del mismo tema. Y tanto para explicar el amo como los celos el autor recurre una y otra vez a su teoría a lo largo de todo el libro "la influencia de las sensaciones en nuestros pensamientos más razonables.

"Y todos los recuerdos voluptuosos que llevaba consigo salir de casa de ella eran otros tantos esbozos, otros tantos "proyectos" semejantes a los que nos muestra un decorador, que permitían a Swann hacerse una idea de las actitudes ardientes o extasiadas que ella podía tener con otros. de modo que llegaba a lamentar cada placer que gozaba a su lado, cada caricia inventada cuya dulzura había cometido la imprudencia de señalarle"

Como comentaron en el grupo al cual me uní la composición de la historia muchas veces es circular. Empieza Proust por el inicio va al pasado o al futuro y luego vuelve al mismo punto, esto desordena desde luego la historia pero también a veces la enlentece, por ejemplo a veces una afirmación del carácter o la costumbre de un personaje la afirma casi en las 3/4 partes de todo el libro cuando ha estado insinuándolo desde el inicio pero no teníamos la certeza de que así fuera, esto puede gustar a muchos particularmente a mí no.
Estoy seguro que este defecto se corregiría muy bien en una película que podría afirmar que me gustaría más que el libro.
Pero no se le puede negar a Proust un poder de observación y comprensión de las sensaciones y pensamientos muy fino y depurado como gran ejemplo pongo esto que lee bastante en mí jaja: "Incluso desde un punto de vista simplemente realista, los países que deseamos ocupan en cada momento mucho más espacio en nuestra verdadera vida que el país en que realmente estamos"

"Suelen sernos tan indiferentes las personas que, cuando hemos depositado en una de ellas tales posibilidades de dolor y alegría para nosotros, nos parece que esa persona pertenece a otro universo, se rodea de poesía, transforma nuestra vida en una especie de extensión emotiva donde estará más o menos cerca de nosotros"
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Kansas
 11 October 2022
"Y esos sueños me avisaban de que, puesto que yo quería ser escritor, ya era hora de ir pensando lo que iba a escribir."

Cuando comienza “Por el camino de Swann”, el narrador, Marcel, está saliendo de un sueño profundo. Despierta desubicado, sin saber realmente quién es o dónde está; el sueño ha sido como una experiencia alucinatoria y a medida que se va despertando, va acomodándose a su cuerpo y a su yo real.

“Me preguntaba qué hora sería; oía el silbar de los trenes que, mñas o menos en la lejanía y señalando las distancias, como el canto de un pájaro en el bosque, me describía la extensión de los campos desiertos por donde un viandante marcha deprisa hacia una estación cercana;

[...]

Pero a mí, aunque me durmiera en mi cama de costumbre, me bastaba con un sueño profundo que alflojara la tensión de mi espritu para que éste dejara escaparse el plano del lugar en donde yo me había dormido, y al despertarme a medianoche, como no sabía donde me encontraba, en el primer momento, tampoco sabía quién era.”

Tengo que reconocer que las escenas tanto en cine como en literatura que tengan que ver de alguna forma con los sueños, con ese subconsciente subvertido a una dimensión donde esa misma persona ha penetrado en una especie de limbo donde su otro yo opera a sus anchas, me fascinan. Y yo pensaba que este primer volumen de En busca del tiempo perdido, iba a poder conmigo (ay mis perjuicios!) de repente me encuentro que precisamente esta primera escena de Por el camino de Swann, me deslumbró. A partir de ahí entré de lleno en Proust, magdalena incluida.

"Lo mismo que un hombre inteligente no tiene miedo de parecer tonto a otro hombre inteligente, el hombre elegante no teme que su elegancia pase inadvertida para el gran señor, sino para el rústico. las tres cuartas partes de los alardes de ingenio y las mentiras de vanidad que, rebajándose, prodigaron desde que el mundo es mundo los hombres, van dedicadas a gente inferior. Y Swann, que con una duquesa era descuidado y sencillo, se daba tono y tenía miedo de verse despreciado cuando tenía delante a una criada."

La novela que está dividida en tres partes, comienza en Combray, en su infancia y en la casa familiar. A través del famoso momento de la magdalena, mojada en una taza de té, se produce una especie de catarsis en la que el narrador se sumerge en el recuerdo de su infancia, sabores, olores, besos de buenas noches.... A través de una serie de recuerdos de su infancia, nos irá relatando experiencias, paseos, rutinas, a través de los ojos de un niño: su madre y ese amor/ideal obsesivo que sentía por ella, Francisca, su tia Leonie, sus abuelos… y Swann a quien conocerá como uno de los invitados de su casa, un recuerdo que se le quedará incrustado porque cuando Swann era invitado a las cenas en su casa, su madre no subía a desearle las buenas noches. Entiendo el momento de la magdalena como la entrada a un portal mágico, que Proust usa como una especie de Mcguffin elíptico para que el narrador pueda entrar en una especie de cuarta dimensión, el portal de la memoria.

"Y muy pronto, abrumado por el triste día que había pasado y por la perspectiva de otro tan melancólico por venir, me llevé a los labios una cucharada de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí., fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba. Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal. ¿De dónde podría venirme aquella alegría tan fuerte¿ ¿De dónde venía y que significaba? ¿Cómo llegar a aprehenderlo?"

La segunda parte titulada “Los Amores de Swann” donde se relatan las aventuras amorosas de Swann con Odette de Crecy, es mucho mas larga que la anterior sección y aquí somos testigos a las fases de enamoramiento de Swann hacia una mujer a veces esquiva, en otras altanera y normalmente siempre ambigua en sus relaciones con él. Swann y sus diferentes estados de ánimo dependiendo de la cercanía o alejamiento de Odette convierten esta sección en una delicia porque Proust detalla a la perfección todas esas fases de enamoramiento no sin mostrarse, entrelineas, un tanto escéptico ante este ideal amoroso comparándolas a una ilusión pasajera.

"La mayoría de las personas que conocemos no nos inspiran más que indiferencia, de modo que cuando en un ser depositamos grandes posibilidades de pena o de alegría para nuestro corazón, se nos figura que pertenece a otro mundo, se envuelve en poesía, convierte nuestra vida en una gran llanura donde nosotros no apreciamos más que la distancia que de él nos separa."

[...]

"Y no tuvo más remedio que confesarse que en ese mismo coche que le llevaba a Prévost ya no iba la misma persona, ya no estaba solo, tenía al lado, pegado, amalgamado a él, a un ser nuevo que no podría quitarse de encima nunca. Y, sin embargo, desde aquel instante en que sintió que una nueva persona se había superpuesto a él, su vida le pareció más atractiva."

[..]

"En esa época de la vida, el amor ya nos ha herido muchas veces y no evoluciona él solo con arreglo a sus leyes desconocidas y fatales, por delante de nuestro corazón pasivo y maravillado. le ayudamos nosotros, le falseamos con la memoria y la sugestión."

En esta segunda parte y dado que Proust está relatando unos hechos durante los cuales el narrador ni siquiera había nacido, el narrador, Marcel, desaparece y convierte a Swann en una especie de alter ego suyo. Swann es el protagonista absoluto y podría ser una especie de espejo en el que se proyectara el mismo narrador, Marcel. Está narrando el pasado de Swann, sus amores con Odette, sus decepciones y la forma en la que Swann fue apartándose poco a poco de la sociedad...¿estaba quizá aquí Marcel Proust hablando de si mismo??? El hecho es que el retrato psicológico que Proust elabora en torno a Swann es de una finura que me han fascinado : el error de Swann a la hora de enamorarse está en no ver a la mujer de carne y hueso sino en haberse hecho un retrato de ella ilusorio comparándola a ese sentimentalismo condesciente y estético, ¡ay ese ideal mental que tanto daño ha hecho en el amor!!. Ya digo que es fascinante estas fases del romance vistas a través del ingenio e ironía del autor.

"Yo me creía que si Swann hubiera leído mi carta y adivinado su finalidad se habría reido de la angustia que yo sentía; por el contrario, como mucho más tarde supe, una angustia semejante fue su tormento durante muchos años de su vida, y quizá nadie me hubiera entendido mejor que él, esa angustia, que consiste en sentir que el ser amado se halla en un lugar de fiesta donde nosotros no podemos estar...”

En la tercera parte, vuelve el narrador con sus personajes de su infancia, la escala social representada a través de numerosos personajes, salones, cenas, arribistas, snobs redomados, aristócratas, un retrato de una sociedad donde no deja títere con cabeza.

Contrariamente a la idea que había tenido de esta novela, la prosa de Proust no es difícil; sí que es muy descriptiva con largos párrafos donde los escenarios y los pasajes dan vueltas alrededor de una idea. Este laberinto en torno a frases interminables separadas por puntos y comas o parentésis, pueden parecer cansinas pero es el ritmo y la cadencia que consigue que poco a poco el lector vaya entrando en este mundo del pasado. En cuanto a la acción, habrá páginas y páginas donde no hay acción y seremos testigos de cómo sus personajes pasean, reflexionan o simplemente se dedican a observar un punto aparentemente inconexo, pero todo es una excusa para que el autor exprese sus ideas sobre la belleza, el amor o el arte. Proust parece obsesionado por la memoria, por esos posos que puede dejar un recuerdo y de alguna forma consigue que el lector se involucre, quizás gracias a la primera persona de ese narrador que se pregunta lo que nos preguntamos todos en la primera fase de nuestras vidas, al igual que Marcel cuando se despierta al comienzo de la novela ¿dónde estoy? ¿quién soy realmente??

"De cuando en cuando, una sombra femenina se acercaba a Swann, le decía unas palabras al oído, y le pedía que la acompañara a casa, Swann se estremecía. Iba rozando al pasar todos aquellos cuerpos oscuros como si por el reino de las sombras, entre mortuorios fantasmas, fuera buscando a Eurídice."
Enlace: https://kansasbooks.blogspot..
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Guille63
 06 March 2023
Después de casi dos años en su compañía, unos días atrás me despedí de Marcel… y ya lo echo de menos. No es que llegáramos a hacernos grandes amigos, ni por asomo. Me pareció un tipo bastante repelente, y él, con absoluta seguridad, no renunciaría ni a un segundo de su trabajo por levantar sus ojos hacia mí, cosa que, por otra parte, todos, yo más que nadie, le agradecemos inmensamente. Pero vaya si me ha hecho disfrutar este jodido Marcel con todo su impudor, con su coquetería, con su impiedad, con su mala leche, con su sufrimiento egoísta y, por encima de todo, con su genio, porque es de esos autores, capaz como pocos, de hacernos…

“… salir de nosotros mismos, (de hacernos) saber lo que ve otro de ese universo que no es el mismo que el nuestro, y cuyos paisajes nos serían tan desconocidos como los que pueda haber en la luna”

Efectivamente, algo así como en la luna me sentí en esta gran velada de siete días a la que asistí como si de la fastuosa creación de un nuevo universo se tratara. Una velada a la que quizás ni siquiera estuviera invitado pues no creo ser uno de esos convidados que el autor requiere como lector de sus libros, esos que se leerán a sí mismos en ellos.

Por descontado que no me leí en ese ambiente por el que el autor nos ha paseado a lo largo y ancho de estos siete tomos en el que la sociedad lo es todo, donde no seguir la moda, los modos y la opinión general es un pecado imperdonable, en el que la muerte de un amigo o un familiar no nos puede impedir la asistencia al acto social de la temporada, donde se traiciona hasta lo más querido y se prefiere la humillación privada a la humillación púbica de no ser visto en según qué actos. No leí en mí mismo esa realidad hipócrita, insensible, intolerante, esnob y cruel que se movía (y se sigue moviendo) por esos salones que el autor no creó en siete novelas, pero que en cierta forma vio que todo era bueno.

Y en la misma media fui incapaz de leerme a su imagen y semejanza en este ser, como ya dije en su momento, absolutamente dependiente de las opiniones ajenas, egoísta, cobarde y putero, patológicamente necesitado de protagonismo, tan profundo en sus reflexiones como superficial en sus inclinaciones, presa constante de extraños arrebatos sensitivos ante los más peregrinos estímulos de los que espera verdades para mí incomprensibles y que le procuran una felicidad o una tristeza indecibles de las que, en muchos casos, desconoce el motivo. Alguien para el que todo adquiere más importancia en su ausencia y para quién el amor solo puede significar dolor, pues únicamente se puede amar aquello que no se alcanza y lo que nos es imposible alcanzar solo nos puede procurar dolor. Un ser contradictorio y complejo que disfruta más del deseo de un placer futuro e incierto que del gozo de uno seguro y presente, que siente siempre la resistencia de lo que persigue mientras lamenta la entrega de lo que ya desdeña, para quien un deseo frustrado puede transmutarse en amor con la misma facilidad que una pretensión largamente ansiada se le disuelve, una vez conseguida, en amarga decepción.

Y pese a todo, leer a Proust es una experiencia incomparable, pero también compleja. Como también dije en otro sitio, leerle es como si aráramos un campo inmensamente generoso para todo aquel que no desfallece ni se acobarda ante las muchas rocas y raíces que, en forma de largas acotaciones entre guiones o de oraciones subordinadas dentro de oraciones subordinadas, deben ser previamente desenterradas, aclaradas y muchas veces apartadas a un lado para que la reja pueda sacar a la luz todo lo que la tierra lleva dentro o, al menos, la parte que a cada uno, según su capacidad y experiencia, le es accesible. Y no es que esas incontables rocas y raíces no sean sobradamente interesantes por sí mismas, todo lo contrario, nada es desechable en los campos de Proust, pero bien cierto es que no son pocas las ocasiones en las que, a causa de ellas, nos vemos obligados a pasar la reja una y otra vez por el mismo surco hasta conseguir que la tierra por fin respire y nos dé todo su fruto.

Y ya, sin más que decir, me despido de todos ustedes esperando que, en estos tiempos de jodida pandemia, se encuentren bien. Yo bien, gracias a Proust.
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Megl
 22 April 2019
Me gustaría poder decir que me fascino, que Proust es maravilloso y todas las cosas “correctas” que se supone debería haber experimentado después de haber leído los 7!!!! Tomos de en busca del tiempo perdido.

Lamentablemente no me ocurrió nada de eso, es más; sigo aún buscando recobrar el tiempo que perdí leyéndolo.

Tengo la manía de no poder abandonar un clásico, así que si, odie los siete (el primero no tanto), pero aún así los leí.

Es denso, aburrido, repetitivo al punto que no me interesa si la prosa es fenomenal.

El primer tomo; Por el camino de Swann me pareció por lejos el mejor; esta bien. Swann tiene todo lo que no tiene el protagonista, tiene encanto, tiene pulso por dios! Está vivo!

Esta parte particularmente se lee más fácil y no tiene el problema de volverse repetitiva como pasa luego.

A esta altura el protagonista no parece tan patético como me resultó más adelante.

Si esto fuese todo estaría bien, pero no, es una séptima parte de la obra.

Yo no lo recomendaría, tal vez si leer este único tomo, para leer a Proust, para conocer su Prosa, y tal vez tienen la suerte de ser de las personas que lo disfrutan y les parece sublime y continúan, pero embarcarse y leer los siete tomos, como yo, por “obligación”, porque sienten que algo bueno tiene que tener y que es uno el que no está pudiendo verlo y sigo para ver si lo entiendo, no.

Puedo estar muy equivocada, algún “entendido” puede pensar que soy una ignorante, pero lamentablemente esto es lo que me paso y se los cuento porque no debo ser la única persona que se aburrió y lo termino odiando.

Escribiendo esta reseña me acorde de una frase que cité en la reseña del Canon Occidental de Harold Bloom: “Una crítica literaria que no ya un lector culto, sino ni siquiera un escritor culto pueda leer sin hacer un curso previo es un despropósito”.

En este caso Bloom se refiere a los críticos, y creo que este es un libro para críticos más que para lectores cultos. Críticos que estudian la vida del autor, el contexto de la época, y justifican toda la obra muchas veces haciendo asociaciones entre Proust, su familia, y su vida y cada personaje que no se si si a Proust se le ocurrirían.

Ejemplo, afirmaciones como que Proust escribía con frases largas y con un tipo digamos de cadencia porque el era asmático y su prosa es así porque imita el asma ....
Que quieren que les diga, a mi me parece un divague y lo digo a riesgo de que me tilden de bruta.

Escribiré después en cada tomo aspectos puntuales, (si tomo el valor de repasarlo), pero en el global la obra, es agobiante, aburrida, tediosa, el protagonista es patético pero no logra conmover, no es fácil identificarse con él.

Y ojo; me comí el Ulises de punta a punta, y me costó, pero lo entendí y estoy feliz de haberlo leido, fue enriquecedor, no es que no esté acostumbrada a lecturas arduas; pero este libro no me dice nada, o si, me representa tiempo perdido, el mío.

Es un “súper clásico” pero tiene al día de hoy (23/09/2018) una sola reseña, que dice “un genio”. Tal vez es como el Ulises que todos lo aman pero nadie lo leyó.

Conclusión, si quieren prueben; si realmente les gusta sigan pero les diría a los que empiezan el segundo tomo y no le encuentran el encanto abandonen; no sigan pensando que mágicamente toma sentido porque no, de hecho va empeorando y siendo cada vez más repetitivo y tedioso.

Bueno ya está, lo dije ....
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Citas y frases (92) Ver más Añadir cita
arealareal07 July 2023
Un golpecito en el cristal, como si hubieran tirado algo; luego, un caer ligero y amplio, como de granos de arena lanzados desde una ventana de arriba, y por fin, ese caer que se extiende; toma reglas, adopta un ritmo y se hace fluido, sonoro, musical, incontable, universal: llueve.
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arealareal15 July 2023
A media altura de un árbol indeterminado, un pájaro invisible, ingeniándose en hacer más corto el día, exploraba con una prolongada nota la soledad circundante, pero dábale ésta una réplica tan unánime, le devolvía un golpe tan redoblado de silencio e inmovilidad, que se hubiera dicho como si no lograra más que detener para siempre aquel mismo instante que intentaba hacer más rápidamente pasajero.
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RosRos29 December 2022
El recordar una determinada imagen no es sino echar de menos un determinado instante, y las casas, los caminos, los paseos, desgraciadamente son tan fugitivos como los años.
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AGamarraAGamarra17 March 2021
Me quedé mirándola, al principio con esa mirada que no es otra cosa que el portavoz de los ojos, pero a cuya ventana se asoman todos los sentidos, ansiosos y petrificados, esa mirada que querría tocar, capturar, llevarse el cuerpo que mira y con él el alma
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mgfilosofiamgfilosofia29 June 2019
Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba. Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero, mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal.
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Hoy iremos cien años atrás para revivir el año de las maravillas literarias. Fue Marcel Proust quien dijo que “el hallazgo afortunado de un buen libro puede cambiar el destino de un alma”. Los libros que giraron en torno al año de 1922, créame, pueden cambiar el destino de la suya.
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