El gran tratado de la caca

Lo que empezó como exagerada reivindicación acaba en reseña...¡¡qué sea lo que dios quiera!!

Tal y como el sonido de una fuente relaja y aumenta las ganas de mear, la lectura de este tratado desatasca, regulariza y vigoriza la flora intestinal.
Diurético, o mejor dicho, cagauretico, el libro adelgaza por generación espontánea.

¡¡Ohhh ya veo hordas humanas acudir desesperadamente a las librerías ante la inminente llegada del verano y su "operación bikini" para eliminar los excesos olvidados con las últimas campanadas!!

Hablar de prosa, de tensión narrativa, de métrica o de cualquier técnica literaria que se nos ocurra se me antoja fuera de lugar, aquí reina el humor y la caca, y confieso que he reído más con estos cagarros con ojos que con Ignatius y todos sus necios conjurados...

Al final va a ser verdad eso de que no hay literatura buena o mala, sino diferentes lectores a los que conquistar.
Y ojo, que una vez entendido el concepto, amenazo con limpiar mi esclavizada escobilla del water en su profunda teoría, eso si, ¡¡de buen rollo!! (scottex triple capa)

El ensayo es una mierda, pero no peyorativamente, al contrario, es una oda al muñeco de barro, a sus formas, colores, texturas, y al comportamiento social de algo que cuando viene lo apartamos de miradas indiscretas (menos los muy guarros) y cuando se retrasa lo anhelamos en silencio, o como mucho, con suspiros aflautados a los que llamamos pedos.

El truño a través de la historia, porque, ¿quién no tiene curiosidad por saber cómo se limpiaba el culo un romano? (ojo, que me lo han preguntado) no es cuestión baladí habida cuenta, ¡por Júpiter!, que en Roma, había la costumbre de acudir a letrinas comunitarias donde se cerraban negocios mientras los intestinos se aliviaban.
¿Sellarían el pacto con un apretón (¡qué bien traído coño!) de manos? Ellos no, pero los españoles del medievo sí, y es que la fama de cerdos, ¡¡nos la hemos ganado a pulso!!

El libro, contra todo pronóstico, está lleno de referencias culturales, cine, pintura, música, teatro, literatura, tradiciones, marketing, religión...quiza echo a faltar la política, tal vez el autor evitó ser escatológico.

Como cualquier texto de este tipo, rota la sorpresa y la carcajada, se hace tan pesado, como los 300 kilos de mierda que al año produce un ser humano. (me pregunto quién cojones habrá estudiado esto cientificamente)...y luego nos quejamos de nuestro trabajo.

El motivo y la conclusión de acercarme a este tratado no ha cambiado.

Aquellos que creen que la literatura son solo clásicos o bellas palabras, que lo profundo es lo único válido y lo mundano inferior, que se consideran superiores por entender al los "difíciles " para satisfacer un ego, que solo ellos ven, a los narcisistas que menosprecian a las personas por lo que leen, les digo...que ante la mierda somos todos iguales.
Lo sé, estoy siendo kafkiano.

Podré discutir a un autor, pero jamás a su lector.
No sé, si he sido claro, o alguien precisa un mapa.

Prefiero ser impopular que no ser.

Lo que comemos, de lo que nos alimentamos, es al final lo que cagamos, al no poder decidir el olor, al menos hagámoslo con una sonrisa.
No hay nada peor que cagar enfadado.