A la sociedad le encantan los espejos de su rostro y su atuendo, pero no muestra la menor estima por un reflejo de su moral ni de su alma.
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A la sociedad le encantan los espejos de su rostro y su atuendo, pero no muestra la menor estima por un reflejo de su moral ni de su alma.
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Un estúpido en el Parlamento puede perjudicar a millones de personas. ¡Y Dios sabe que hay más de un estúpido! Además de los vanidosos.
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