Se produjo un crujido en los matorrales. Víctor pegó aún más la barbilla al suelo, sumergida la boca en el charco. Respiró sólo por la nariz. La superficie del agua vibró con cada una de sus aceleradas exhalaciones. Realizó un barrido con la mirada, sólo hasta donde le permitiría la posición de su cuello. Identificó un movimiento entre las ramas, que se agitaron anunciando una presencia.
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