Cuando te ves en la necesidad de aprender del mundo por tu propia cuenta, dejas de apreciarlo con la inocencia y protección que sólo una familia te puede ofrecer durante la niñez. Y si tienes la suerte de ver las cosas con más frialdad que ira, aprendes todo lo que puedes para que nada te tome desprevenido, para que nada te impida sobrevivir. Pero eso no me ha convertido en un adulto, ni por asomo.
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