Planeta

Última obra de esta autora española de la que leí hace tiempo un cómic estilo manga llamado Just friends, pero que es famosa sobre todo por sus tiras de Croqueta y empanadilla.

La obra Planeta nos sumerge en un entorno totalmente distinto al de obras anteriores, aunque el trasfondo tenga puntos en común con ellos. Ana Oncina nos sitúa en una realidad distópica futurista por la que, debido al cambio climático, la escasez de recursos y el peligro de las múltiples pandemias, el ser humano tuvo que irse a vivir a otro planeta. En esa nueva realidad la gente habita en parejas en unas burbujas que contienen una casa y un pequeño terreno. Gracias a la tecnología la persona convive con su pareja perfecta, aquella que en la vida real habría estado años buscando (si es que hubiera conseguido dar con ella), y puede experimentar todo tipo de realidades gracias a la VR (un poco rollo el capítulo de Black Mirror “San Junípero”).

Pero la protagonista del cómic empieza a no sentirse a gusto en esa vida mayormente virtual, y es en sueños donde su mente se escapa a una realidad diferente, la que posiblemente hubiera tenido en la Tierra. En esas ensoñaciones vive en una cabaña en el bosque junto a su perro y se dedica a hacer cerámicas y venderlas en mercadillos. Pronto en esos sueños empiezan a aparecer personas de su entorno también, lo cual le hace dudar de lo que es realidad y lo que es ficción, puesto que se siente mucho más viva cuando se encuentra soñando que mientras vive en esa burbuja donde todo parece intangible…Su pareja y amigos tratarán de entenderla y ayudarla pero, en un mundo tan hecho a medida, es difícil entender a alguien que no sea feliz, para ellos es como si no quisiera serlo, no entienden que esos sentimientos han nacido en ella sin que los buscase.

He disfrutado mucho de la lectura del cómic, que sea tan “cuqui” no quita para que se trate el tema emocional con bastante profundidad, además de tener un trasfondo aún más complejo y sobre el que reflexionar: la posibilidad de ser infeliz aún cuando se supone que tienes todo lo que podrías necesitar/desear. También me han gustado mucho el dibujo y, muy especialmente, el color, que ofrece tanto contraste entre los verdes del espacio y los colores cálidos del sueño por el otoño en el bosque, una chulada visualmente hablando.

Cuando leí la sinopsis del libro no estaba muy segura de lo que me iba a encontrar, por lo que en parte temí un poco la lectura, ya que aunque me gusta leer novelas gráficas, llevo tiempo sin hacerlo y además siento que soy un poco espacial para ellas, ya que si no me llaman la atención desde un principio, no las termino de disfrutar como debo. Pero, por suerte en cuanto el libro acabo en mis manos me atrajo mucho todo de él.

Empezamos por la portada, pasando por la sobrecubierta y la cubierta, y es que con solo ver los dibujos y la gama de colores, supe que el dibujo de la novela me iba a gustar mucho, y sin duda así ha sido.

En la novela nos encontramos con tres espacios importantes: la vida en la cabaña y el pueblo, la vida en el planeta distópico y los lugares de socialización con la IA en el mundo distópico. En cada uno de esos espacios nos encontramos con una gama de colores diferente. El pueblo y la cabaña nos da colores cálidos, apetecibles, dulces, hogareños y con muchos detalles. En el mundo distópico nos encontramos con colores fríos, poco apetecibles e incluso algo sosos, pues los espacios de alrededor de los personajes apenas tienen detalles y son muy simples. Y luego, los espacios de ocio del mundo distópico que se crean a partir de IA, nos encontramos con el rosa como principal color, en este caso me daba la sensación de que era algo divertido y de que era un lugar donde pasar el rato agradablemente con los amigos, además en este caso nos encontramos también con algunos detalles de alrededor interesantes. Es decir, cada espacio esta construido con una gama de cromática la cual hacía que fuese muy fácil saber en que espacio estaba mientras leía la novela, aunque también se sabe por la forma de vestir de los personajes.

En cuanto a la trama tengo que decir que me ha vuelto un poco loca. Como he contado Valentina vive en una cabaña y tiene sueños en los que esta en el mundo distópico, pero a la vez cuando está en el mundo distópico sueña que está en la cabaña. Por otro lado, los personajes en ambos mundos son los mismos, es decir Valentina es ella misma, igual que Ane, e igual que Esteban, son personajes que los encuentra en ambos lugares. Todo esto me volvía loca porque para Valentina todo era real y a la vez un sueño, y al final ya no sabía si es que confundía la realidad con el sueño o al revés. Pero, a la vez este tema ha hecho que me acabara el libro en seguida, pues necesitaba saber cual era la realidad... ¿Pero la realidad al final ha sido la del final del libro o ha sido todo un sueño? No lo sé, pero después de acabar la historia me he quedado con la duda, obviamente intento pensar en que la autora tiene razón con el final, pero ¿y si esta jugando con los lectores? No lo sé, creo que lo mejor es que lo lea uno mismo para poder saberlo.

Sobre los personajes sin duda todos están muy bien estructurados. Valentina ha sido una protagonista de lo más interesante en todo momento, he empatizado con ella sabiendo lo que sentía cuando nadie a su alrededor se creía sus sueños o su realidad, porque al final era todo muy confuso. Ane por su parte a ratos me gustaba y otros ratos no, si es cierto que me he puesto en su piel sobre todo con el final de la historia, pero a la vez me ha dolido mucho.

En resumen, Planeta ha sido una novela gráfica de lo más apetecible, con unos dibujos, una gama cromática y una trama de lo más preciosa que aunque me ha vuelto un poco loca por saber lo que era real o no, ha conseguido que disfrutada de la lectura.
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Ana Oncina es una autora e ilustradora española, nacida en 1989 en Elda, Alicante. Famosa por su serie "Croqueta Empanadilla", hoy en día ya se ha convertido en un referente del cómic contemporáneo en España. Además de "Croqueta y Empanadilla", la autora eldense ha trabajado en otros proyectos que incluyen ilustraciones para libros infantiles y colaboraciones con diversas publicaciones, antologías y otras obras como “Los F*cking 30”. Su trabajo se caracteriza por un uso del color vibrante y una línea clara y expresiva.

Visualmente, Planeta es un deleite. En esta obra, el dibujo y el color, como es habitual, son cautivadores y deslumbrantes. Los escenarios presentan contrastes notables: el bosque y la cabaña a través de colores cálidos transmiten serenidad; mientras que, el escenario postapocalíptico a través de colores fríos evoca temor y desasosiego. En otras palabras, la paleta de colores no podría estar mejor seleccionada.

Planeta es su primera gran obra de ficción con poco más de doscientas páginas. Breve, pero con una carga pesada de intensidad. En cuanto a la trama de la narración, a medida que nos adentramos en ambos universos, la historia se vuelve cada vez más escalofriante hasta llegar a un final tan abierto como sobrecogedor. La narrativa de esta novela gráfica captura los momentos pequeños pero significativos de la vida, presentándolos de manera que son tanto universales como profundamente personales.

Esta novela gráfica no solo entretiene, sino que también invita a la reflexión, haciendo que los lectores se conecten con las experiencias y emociones de los personajes de manera íntima. La escritura, aborda temas como la identidad, el amor, la amistad y el crecimiento personal. A través de la perspectiva de su protagonista, Valentina, vamos a atravesar una crisis existencial y un proceso de reflexión sobre los valores humanos. Entre dos mundos, la joven protagonista se relaciona con los mismos personajes, pero en contextos opuestos. Poco a poco, la realidad se va difuminando y ni ella ni el lector consiguen posicionarse sobre si alguno de ellos es verdaderamente real.

En resumen, Planeta es una novela gráfica que demuestra que el talento de Ana Oncina para contar historias originales que ni te dejan indiferente ni decepcionan. Ana Oncina nos ha regalado una obra que es tanto una delicia visual como una experiencia reflexiva. Es una obra que podría recomendar a cualquier tipo de lector curioso en busca de historias únicas y singulares, pero es especialmente recomendable para los amantes de distopías cercanas a nuestra realidad, la serie de televisión Black Mirror u otros autores como Philip K. Dick.

No sé por dónde empezar a hablar de esta novela gráfica porque siento que todo lo que diga va a ser spoiler, pero intentaré contar lo mínimo para lograr picaros el gusanillo y que la leáis porque de verdad que está genial.

¿Habéis visto alguna vez algún capítulo de la serie de TV Black Mirror? Vale, pues esta historia es como un capítulo de esa serie, pero con un dibujo colorido y cuqui.

No sabes muy bien lo que estás leyendo, es todo rarísimo y eso es lo que te hace querer avanzar en la historia, hasta que llegas al final y todo cobra sentido, entonces tu mente explota y te quedas diez minutos sentado, mirando al infinito incapaz de hacer nada.

Eso es lo único que voy a decir de la trama. El resto de mi reseña va a ser para alabar el trabajo artístico de Ana Oncina. El dibujo es muy bonito pero es que además utiliza el color para ir llevándonos de la mano por la historia, la paleta de tonalidades que usa en cada conjunto de viñetas tiene un significado que iremos descubriendo poco a poco y que nos ayudará a ponernos también en la piel de la protagonista y sentirnos como ella en todo momento.

Es una historia muy corta, de poco más de 200 páginas, pero que no deja indiferente. Tiene un mensaje muy potente, de esos que te hacen reflexionar y que incluso te dejan una sensación rara e incómoda en el cuerpo cuando te pones a pensar en él.

Resumiendo: un dibujo cuqui pero con una historia espeluznante, no por el contenido, sino por el mensaje que oculta detrás.

Valentina se despierta un día más en su encantadora cabaña acompañada de su perra Sopa. Paseos por el bosque, contacto con la naturaleza, un trabajo como ceramista y, en definitiva, una vida sencilla, independiente y tranquila. Sin embargo, cada noche sueña que vive aislada en otro planeta con su pareja An3. En un moderno y minimalista módulo, Val3 sueña a su vez que vive la vida de Valentina. ¿Cuál de las dos realidades es la real? ¿Sueña Val3 con Valentina o es Valentina quien sueña con Val3?

Este es el hilo conductor de “Planeta” (@planetadcomic), la última obra @ana_oncina en la que ambas tramas de esta inquietante historia transcurren en paralelo, de manera que conforme avanzamos vemos cómo se entrelazan: una de ellas marcada por la pasión de una relación que comienza y la otra con el desconcierto y el miedo de la que está llegando a su fin.

No puedo dejar de alabar el perfecto uso del color que ha hecho la autora: por un lado, los colores cálidos (ocres, naranjas y tonos otoñales) que representan la naturaleza y también las emociones de Valentina y Ane, y por otro lado colores más fríos (tonos verdosos y grises), ausentes de vida, marcan la monotonía de esa vida aislada de Val3 y An3 y nos transportan a ese mundo artificial distópico. Y es que en este futuro las crisis ecológicas y pandemias mundiales provocaron que los seres humanos tuvieran que abandonar La Tierra. Ahora, la vida transcurre en el planeta Nebulón controlada por una IA, y la supervivencia humana se basa en parejas unidas desde su nacimiento. Precisamente pese a dicha predestinación tecnológica que garantiza una compatibilidad del cien por cien podemos plantearnos: ¿el amor nace o se hace? ¿Queda más felicidad cuando ya se tiene la vida perfecta? de hecho, aun siendo ciencia-ficción, esta historia me recuerda a nuestro confinamiento domiciliario a causa del COVID y que supuso todo un reto para muchas parejas y familias.

Como “Croqueta y Empanadilla”, aunque ellas sean la cara opuesta de “Planeta”, Oncina vuelve a hablarnos de las relaciones humanas, de iguales y de contrarios, en una historia de amor y… ¿predestinación?
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