Helen se levantó con el aspecto fresco de una rosa recién abierta, gracias al colorete. Aunque le costó conciliar el sueño de tan enfadada como se acostó. Y no recordaba haber dado tantas vueltas en la cama desde hacía años. En cuanto salió del dormitorio su fino olfato distinguió el agradable olor del café recién hecho. Bajó las escaleras atraída por ese aroma, no existía otro mejor por las mañanas. Escuchó ruido en la cocina. Dado que estaban solos en la casa, quien trasteaba entre fogones no podía ser otro que el culpable de su noche peleándose con las sábanas.
|