¡No quiero que me copulen!
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¡No quiero que me copulen!
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Y entonces lo vi claro. Todo era cuestión de educación. Y no se trata de demonizar al hombre, sino de elección.
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Caminar descalza era otro de sus placeres prohibidos. ya desde niña había descubierto la vida que podía percibirse a través de la planta de los pies.
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El honor en un hombre lo dignifica sin rescatarle un ápice de libertad, sin condicionar su vida en modo alguno. El honor en la mujer es vivir bajo los cánones establecidos, se teje en torno a su virtud, como si esta fuera vital para su existencia. Honor, reputación, virtud, pureza, compromiso, formalidad, todo eso no son más que un puñado de argollas.
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Pero, muchacha, ¿qué hay de malo en casarse y formar una familia? -Nada, si es lo que se quiere. Mi idea de la felicidad se reduce a leer, escribir y a hacer lo que me plazca con el dinero de mi dote. No soy un artículo en venta. |
¿Qué objetousaron como traslador en el Mundial de Quidditch?